
Círculo Rojo
Excalibur
Excalibur (John Boorman, 1981).
La historia del Rey Arturo y su relación con la Espada del Poder: Excalibur.
La película está basada en la hermosa novela de Thomas Mallory “La Muerte de Arturo”, y recoge los mitos de la llamada “literatura artúrica”: la Búsqueda del Grial, Lanzarote del Lago, Parsifal…
Narra pues la historia de Arthur Pendragon, desde antes de su nacimiento hasta su muerte: la adopción de Merlin como pago al adulterio entre Uther Pendragon e Igrayne; el control del joven Arturo sobre Excalibur (la Espada en la Piedra); la reunificación del reino, su matrimonio con Ginebra, la amistad con Lanzarote, la Tabla Redonda, el conflicto con su hermana Morgana, la traición de su hijo Mordred, la devolución de la espada a la Dama del Lago, y su viaje final a la isla de Avalon, donde por cierto fue forjada Excalibur. Hay que decir que la leyenda cuenta que no fue allí a morir, sino simplemente a recuperarse de sus heridas.
Dirige la película el inglés John Boorman, interesante director al que debemos cintas que van desde la psicodelia violenta (Point Blank, 1967), al ecologismo (La Selva Esmeralda, 1985, recordado film en el que el Pueblo Invisible del Amazonas consigue detener las excavadoras). También tuvo incursiones en la ciencia-ficción (Zardoz, 1974). Boorman filmó “Excalibur” en los alrededores de su propia casa en Irlanda, pues opinaba que el paisaje era el mismo que el de la “Edad Oscura” medieval en la que se desarrolla la historia.
Arturo es interpretado por Nigel Terry, y destacan los secundarios dentro del reparto: Helen Mirren, Patrick Stewart, Gabriel Byrne, Liam Neeson. También es interesante comprobar la decadencia en cuanto a contenido de todos estos actores en la actualidad, normalmente coincidiendo con su contacto con el cine estadounidense. Lo mismo ocurre con el compositor de la banda sonora, el sudafricano Trevor Jones: no hay más que repasar su trayectoria para comprobar su descenso en cuanto a temática y calidad, una verdadera pena.
Volviendo a la película, la magia es una constante en la historia; todo es magia, que se deja ver incluso en la fotografía a cargo de Alex Thompson (nominado al Oscar por su labor): los bosques y las armaduras iluminadas de manera casi artificial. También en el Hechizo de la Creación, ideado especialmente para la película partiendo del Irish, idioma irlandés.
Pero quizás lo más importante sea la amistad de Arturo con Merlin, su mago y consejero, al que trata continuamente, o al que deja de ver durante mucho tiempo. Merlin le crió desde pequeño y le enseñó lo más importante de la vida: El Dragón. El Dragón es la bestia mitológica, pero también tiene su fuerte lado espiritual, el entorno, la Naturaleza. El Dragón está en todas partes y es todo. Arturo se pregunta qué debe hacer al respecto. Merlín responde que nada; dormir, descansar en los brazos del Dragón. Soñar.
La relación de Arturo con Excalibur es también muy interesante. Siendo lo más preciado que posee, la pierde dos veces: cuando la rompe luchando contra Lanzarote, y cuando la abandona al ver que su amigo y su esposa le engañan. En ambos casos la envidia, la ira y los celos son los culpables. En la primera ocasión la Dama del Lago repara el arma, en la segunda es Ginebra la que la guarda y la devuelve. Mientras tanto, el reino de desmorona: “el rey sin espada; la tierra sin rey”.
Los caballeros de Camelot salen en busca del Grial. De los momentos más especiales de la película son los dedicados a Perceval, cabalgando sin rumbo por los páramos, hasta que llega al castillo donde se custodia el cáliz. Tras desembarazarse de su pesada armadura bajo el agua, responde a las preguntas del guardián de la copa, que no es otro sino el mismo Arturo. Finalmente, el rey puede beber del Grial y recuperase, mientras Perceval se derrumba y llora.
Los caballeros vuelven a marchar a la batalla con el rey a la cabeza. Allá por donde pasan, las flores brotan de nuevo, la tierra se recupera. Sus aparatosas armaduras son ahora plateadas (detalle a tener en cuenta: se habían oxidado, aunque al principio eran negras… La de Mordred es dorada). Adorna la escena el tema “O Fortuna”, movimiento de apertura y clausura de la cantata Carmina Burana, compuesta por Carl Orff. La música original de Trevor Jones queda quizás eclipsada por Orff y por temas prestados de Richard Wagner: el Anillo de los Nibelungos y Tristán e Isolda completan la banda sonora.
Al final de la película, la espada es devuelta al lago. Sólo Perceval sobrevive mientras el rey es llevado a la isla de Avalon. Excalibur desaparece, vuelve a su origen, a la Naturaleza… Y es que Excalibur también forma parte del Dragón.

Mikel Vivanko (Bilbao, 1974), es licenciado en Bellas Artes por la especialidad de Audiovisuales en la Universidad del País Vasco (EHU).
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