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Círculo Rojo

El Evangelio según Mateo

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El Evangelio según Mateo – Il Vangelo secondo Matteo (Pier Paolo Pasolini, 1964).

Una obra maestra del Cine, película representativa de las inquietudes del llorado Pasolini, que narra la historia de Jesucristo desde antes de su nacimiento hasta después de su muerte, siguiendo la línea argumental bíblica del primer evangelio.

Fue filmada en una época en la que desde algunos ámbitos se intentaba conciliar el marxismo con el cristianismo, ideas precursoras de la teología de la liberación que se identificaba con los pobres a la hora de definir esta religión. Pasolini era un reconocido ateo y comunista, pero en alguna ocasión comentó que, siendo no creyente, tenía aún nostalgia por la creencia.

La película está dedicada al papa Juan XXIII (el papa “bueno”), y en varias ocasiones se reitera la dificultad (o imposibilidad directa) que experimentarán los ricos al intentar entrar en el reino de los cielos. Hay que señalar que Pasolini fue abucheado antes de la proyección de la película en el Festival de Venecia de 1964; una vez terminado el pase, la gente le aplaudió.

En muchas ocasiones se ha definido la obra de Pasolini como naturalista, algo que él siempre rechazó: el Evangelio es un film realista. El protagonismo absoluto de la imagen es el rostro humano, por encima de la atmósfera, que no por ello destaca menos. Y por supuesto además está la palabra, directa en su sentido más estricto. El director propone una estética original y rompedora para la época: hemos viajado al pasado con un equipo cinematográfico, y simplemente cubrimos las andanzas del profeta. Es el realismo total, tremendo. Es la concepción materialista del tiempo.

Cámara en mano, caminamos detrás de Jesús y sus discípulos. Pasolini nos muestra su nuca cuando formamos parte de su comitiva (al más estilo soviético “eisensteiniano”), o cuando por ejemplo se niega a acudir a ver a su madre y hermana, a las que da la espalda junto al resto de los espectadores. El personaje advierte la presencia de la cámara que se le acerca por detrás, y mira directamente a ella, a nosotros. Es una acción revolucionaria: salimos de la butaca, estamos allí. La fe deja paso a la realidad, dejamos de creer.

Para el papel de Jesús, Pasolini optó por un joven estudiante barcelonés y militante comunista, Enrique Irazoqui. Unos rasgos duros y una mirada fija y extraña expresan perfectamente lo que el personaje quiere transmitir: es el mensaje de un profeta, de un visionario. Llama la atención su cabeza, que es filmada desde diversos ángulos posibles, en ocasiones usando picados y contrapicados, o con su imagen a contraluz; a veces sólo vemos su pelo, que por momentos se confunde con el paisaje, las nubes, el agua.

Completan el reparto habituales del cine pasoliniano, además de su propia madre en el papel de María, y algunos intelectuales reconocidos en la Italia de la época.

Pasolini nos muestra las contradicciones del relato bíblico, contradicciones aparentemente celestiales, pero terrenales y sociales (es la tierra en la tierra). Hay que poner la otra mejilla, pero Jesús no nos trae la paz sino la guerra; honraremos a nuestros padres, pero renegaremos de ellos a la hora de abrazar como padre sólo a Dios… Contradicciones que llegan a rozar, por supuesto, lo absurdo, algo de lo que no huye la película, sino que se expone aún más de manifiesto: tras el angelical baile de Salomé, la chica pide como deseo que le traigan la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja…

Destaca la fotografía del gran Tonino Delli Colli, que por momentos crea la ambientación simplemente utilizando la luz de forma teatral (noche, día, tormenta…).

La música merecería un artículo aparte, pues es sorprendentemente variada: la Pasión de San Mateo de Bach, Missa Luba congoleña, gospel blues y espiritualidad negra norteamericana (música esclava), Kol Nidre, música tradicional rusa, etc. También contiene extractos de la banda sonora de “Alexander Nevsky” (S. M. Eisenstein, de nuevo, 1938), de Sergei Prokofiev. La música original es de Luis Bacalov (Django).

Wittgenstein comentó que, si la religión es un error, entonces es un error muy grande… Es quizás la reflexión histórica que plantea Pasolini. En varios planos seguidos, que actúan la mayoría de ellos como secuencias en sí mismas, Jesucristo declama con rapidez parte del Evangelio, texto prácticamente insertado en el relato, como si nos lo quitáramos de encima. Así vemos al personaje como es, pero también cómo podría haber sido. Y en ese instante lanza su frase más representativa: “vosotros sois la luz del mundo”.

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Mikel Vivanko (Bilbao, 1974), es licenciado en Bellas Artes por la especialidad de Audiovisuales en la Universidad del País Vasco (EHU).

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