
Círculo Rojo
El Hombre Elefante
El Hombre Elefante / The Elephant Man (David Lynch, 1980).
La historia real de Joseph Merrick, joven que vivió en el Londres victoriano, apodado el “Hombre Elefante” debido a las terribles deformidades presentes en su rostro y cuerpo.
El director David Lynch nos propone un drama histórico que busca el rigor en la historia real de Joseph Merrick (llamado John en la película). Al mismo tiempo, dota a la cinta de un estilo decididamente fantástico (no en vano suele ser una habitual de los festivales de este género). Pero no por ello la historia se aleja de los acontecimientos reales, y de la vida de este muchacho que vivió durante 27 años con una extraña y exagerada patología, combinación del Síndrome de Proteus y una dermatolisis.
El Hombre Elefante es magistralmente interpretado por John Hurt, una actuación difícil debido al aparatoso maquillaje, que prácticamente dejan vía libre sólo a la mirada y a los movimientos, y, por supuesto, a la vocalización. Mención especial cobra la caracterización de Hurt. Película, actor principal y diseño de producción ganaron el BAFTA en su día.
En cuanto a los aspectos puramente biográficos, el film se centra en el rescate de Merrick de un circo, su tratamiento en el hospital, su relación con el doctor Treves (interpretado por Anthony Hopkins), su presentación ante la comunidad médica como caso patológico y, tras una aparente transformación psicológica, su “presentación en sociedad” como celebridad (garantía de aceptación por parte de la burguesía y la aristocracia inglesa de la época). En este sentido, Anne Bancroft, interpretando a la actriz Madge Kendal, hace de enlace entre los dos mundos (por momentos recordando su “Milagro de Ana Sullivan”).
Mientras tanto, el Hombre Elefante vivirá todo tipo de penurias (debidas principalmente a su aspecto físico, pero también a su consiguiente estado de salud): el maltrato de su “dueño” en el circo, y el de los lumpens liderados por un enfermero malvado. Sus verdaderos amigos, objeto real de su segunda salvación, son los fenómenos circenses: gigantes, pequeños, siameses, mujeres con barba, etc. También un niño. Hasta la música parece circense, compuesta por John Morris.
Londres está retratado en torno a la revolución industrial, donde el ladrillo, la chimenea, el vapor y la máquina cobran una importancia orgánica, casi sacada del género steampunk. El film está rodado en blanco y negro, y resultó de un guión adaptado de, entre otras obras, “Estudio de la Dignidad Humana”, de Ashley Montagu.
Aparte del ya mencionado homenaje al “Freaks” de Tod Browning (1932), la atmósfera fantástica del film descansa en la figura de la madre de Merrick: imágenes del cosmos que se entrelazan con su rostro, con sonido distorsionado de fondo (una constante en el cine de Lynch), y la extraña conjetura de que la mujer fuera realmente violada por un grupo de elefantes (al inicio, uno de los momentos más escalofriantes del film). Finalmente, John volverá a las estrellas, con su madre.
Todo lo anterior le quita sentimentalismo a la historia, algo realmente necesario. Estamos ante una verdad, la de un joven que vivió con este problema durante mucho tiempo, y que fue capaz de sobreponerse a todas las adversidades provocadas por el mero hecho de ser diferente (a este respecto, resulta conmovedor leer el diario real escrito por el propio Merrick). El personaje se nos muestra poco a poco, con cuidado… Parte a parte.
John visita al doctor en su casa; está la esposa, pero no sus hijos (por supuesto, “están con unos amigos”). John muestra una fotografía de su madre a la señora Treves: “¿verdad que parece un ángel?”. Merrick comenta que él mismo debió de ser una gran decepción para su madre, ante lo cual la esposa del doctor no puede reprimir el llanto. John se sobrecoge, le pide que no llore, que no se preocupe… Rápidamente, Lynch funde a negro, no nos detiene más en ello.
La muerte de Joseph Merrick sigue siendo tema de investigación, aunque la versión más aceptada (y la más sugerente) es la que escoge acertadamente el director para su hermoso final, en el que utiliza adecuadamente el Adagio de Samuel Barber. Merrick se asfixió al dislocarse el cuello intentando dormir sin las almohadas que le mantenían en posición sentada (no podía hacerlo de otra manera). En la realidad, había comentado en varias ocasiones su deseo de poder dormir como el resto de la gente.
En el film, un poco antes de morir, el Hombre Elefante ha terminado una maqueta de la catedral de Mainz: “has de ser más cuidadoso, John”, se dice a sí mismo…

Mikel Vivanko (Bilbao, 1974), es licenciado en Bellas Artes por la especialidad de Audiovisuales en la Universidad del País Vasco (EHU).
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