
Entrevistas estelares
Rocío Muñoz-Cobo : “Nunca me llevo los personajes a casa»
Fotógrafos: Chema Pombo y Diego Pombo
Recuerdo ver su rostro en los anuncios de la televisión y quedarme boquiabierta por su belleza. Tiene las facciones finas, un rostro equilibrado y una fuerza interior que lo adorna todo. Como actriz, la descubrí en “El comisario” interpretando a la agente Eva. Una mujer dura pero en el fondo vulnerable. Me encantó porque le supo dar muchos matices diferentes al personaje, que te hacían dudar entre amarlo u odiarlo. Estoy hablando de la camaleónica actriz y presentadora Rocio Muñoz-Cobo.
Los inicios de Rocio Muñoz-Cobo
Rocio, estudiaste derecho porque querías ser criminóloga ¿qué hizo que te decantaras por la interpretación?
Es importante entender que mientras estudiaba trabajaba como azafata, presentadora y hacía mucha publicidad. Te lo cuento porque parece que doy un salto hacia algo que no tenía nada que ver, y como ves hay cierta lógica.
Cuando acabé la carrera, y llegó el momento de coger la especialidad en criminología, me di cuenta de que no era para mí. El derecho siempre me ha gustado, pero lo que venía después de licenciarme me daba mucha pereza. Decidí meterme en una escuela de teatro como consecuencia lógica de la vida paralela que estaba llevando. Cuando acabé la escuela cuatro años después, sentí que era actriz.
Recuerdo que tu rostro salía en todos los anuncios de la televisión y prensa….
Sí, tuve suerte de que mi físico a finales de los 90 y principios del siglo XXI era el que estaba de moda. Después vinieron las Kate Moss, y las que teníamos el cuerpo atlético nos tuvimos que ir a casa. En realidad no quería ser modelo publicitaria. Era una carrera que me daba igual, hacía desde los catálogos más importantes de ropa hasta otros de las batas de guatiné de Alcampo. Para mí era trabajo y dinero. Tenía el objetivo de comprarme una casa, y cuando lo conseguí, dejé la publicidad.
Una curiosidad Rocio, ¿los castings son los tragos más amargos que tenéis que beber los actores?
No, es uno de ellos. Sentarte en un estreno de cine y ver que de tus siete secuencias han cortado cuatro, es peor. Tener un estreno de teatro, y saber que en una hora tienes que salir te produce unos nervios que también son horribles. A mí, porque me gusta la promoción, las fotos y el photocall pero para muchos de mis compañeros es un mal trago.
«La obra eres tú, tus compañeros y el texto»
Me has dicho que los nervios cuando tienes un estreno son horribles ¿siguen siendo igual de intensos a pesar de los años de experiencia?
Sí, incluso son peores. Tienes la sensación, como espectador, del tipo de teatro que quiere hacer. Entonces la presión es mayor porque deseas tocar cuerdas de verdad y de honestidad. Además, cuando has vivido una buena función quieres volver a repetirla, y en ese momento, la lucha por llegar ahí es titánica.
¿Dónde te sientes más libre?
Sin duda, en el teatro. Durante un proyecto de audiovisuales y cine, el director puede gritar “corten” y decir que hagas las cosas de otra manera. Es más, debe hacerlo. Pero en el teatro, al salir a escena no hay ensayos y todo el “corten” ha sonado. La obra eres tú, tus compañeros y el texto. Sin olvidar nunca las indicaciones del director y del cuerpo técnico. La que estás ahí hasta el último minuto eres tú, con lo cual la libertad es absoluta.
¿Notas mucho la conexión con el público?
Muchísimo. Yo he hecho microteatro, donde mi primer trabajo fue con diez personas. Después aumentó a 20 en “La pensión de las Pulgas” y a 35 en “La casa de la portera”. También he hecho mucho teatro Off, donde podía haber entre 100 y 200 espectadores. Hace poco disfruté del llenazo en el Fernán-Gómez con “Las bicicletas son para el verano”, como ves he ido ampliando el círculo y viendo cómo respiraban los diferentes públicos.
Rocio, ¿eres una actriz a la que le gusta mucho hablar con el director y aportar propuestas o sigues sus indicaciones y basta?
Eso depende del director. Hay directores muy dialogantes y otros a los que no les gusta hablar. Yo soy coach y profesora en muchas escuelas, entonces traigo todo el trabajo hecho de casa. El análisis de texto y los porqué, si me dejan, los ponemos en común. Me amoldo a la dirección porque soy actriz y no directora. No suelo estar de acuerdo con los actores invasivos que quieren dirigir.
¿Nunca te has sentido incómoda porque sabías que un director se estaba equivocando y no te dejaba decírselo?
No. Puedo tener clarísimo que se está equivocando, y que el personaje no va por ahí, pero yo tengo que actuar como el director quiera. Ya me buscaré la vida para tratar de entenderlo, defenderlo y humanizarlo. Ese es mi trabajo. Dar verdad y honestidad a un texto.
«El vestuario siempre me ayuda muchísimo»
Eres una actriz a la que hemos visto en muchos registros, ¿alguna vez un personaje te ha tocado emocionalmente más de lo que te hubiera gustado?
Intento siempre tocarme emocionalmente todo lo que se pueda durante la época de rodaje o de función, pero nunca me llevo los personajes a casa, otra cosa es que se vengan. Me ha sucedido alguna vez despertarme en mitad de la noche por culpa de una pesadilla horrorosa que tenía que ver con el personaje. Siempre intento que no me suceda, pero si el personaje es de gran peso, puede afectarme.
Rocío, cuéntanos cuál es tu proceso creativo.
Primeramente, cojo el texto y no me levanto hasta que el análisis literario no esté perfecto. Después me centro en la época, los lugares. Si puedo visito ciudades, museos, iglesias…esta es una de las partes más divertidas de la profesión. Por otro lado, el vestuario siempre me ayuda muchísimo, es el momento en el que siento que el personaje ya ha entrado en mí.
¿Cómo estás viviendo este momento tan dulce en tu carrera? Ahora trabajas en la serie “Élite”, has estrenado la película “Alegría y tristeza” de Roberto Álamo, hace poco tuviste un gran éxito teatral con “Las bicicletas son para el verano”…
Mira, tengo una gran sensación de bienestar. Los actores estamos todo el tiempo fluctuando, y pasamos épocas muy duras en las que el teléfono no suena. Yo, por suerte, tengo herramientas para levantarme por la mañana, ir a trabajar y volver a casa. Pero en ocasiones es muy duro, porque empiezas a plantearte si ya no te quieren, no sirves, si no va a volver a sonar tu nombre. Por eso da mucho gusto cuando viene una etapa como esta. Tengo proyectos para un año y me puedo relajar.
Hablando de proyectos, ¿nos puedes desvelar algunos?
Te puedo decir que tengo una segunda temporada de “Élite”, me ha salido una serie en una televisión nacional y dos proyectos de teatro. He de ver cómo lo encajo todo, pero es posible que no pueda hacer alguna de estas cosas con todo el dolor de mi corazón. Nunca en la vida he dicho que no a un trabajo…bueno, excepto aquella vez que no me atreví con “La fierecilla domada”. Estaba haciendo “El comisario”, me lo ofrecieron pero estaba recién salida de la escuela y un Shakespeare me parecía un abismo. Te aseguro que me arrepentí muchísimo de aquella decisión, y no hay semana que no lo piense.
La película preferida de Rocío Muñoz-Cobo
Rocío, pasemos a la segunda parte de la entrevista. Háblanos de tu película favorita.
Siempre digo la misma: “Martín (Hache)” (1997, Aristarain). Me gusta porque el día que la vi, me dije a mí misma que tenía que saber hacer eso que estaba viendo. Para mí es una película bombilla, porque me iluminó y despertó. Gracias a ella empecé a desear ser actriz.
¿Con cuál secuencia te quedas?
Con cualquiera de las de Cecilia Roth en la piscina, es una película en la que se tocan temas del alma. Es un gran texto con grandes actores y un estupendo director.
¿Eres de versión original?
Versión original siempre, bueno, si estoy muy cansada la veo doblada porque si no me duermo al leer los subtítulos.
Qué gustazo nos da entrevistar y hacer fotos a actrices tan profesionales como Rocio Muñoz-Cobo. Nos lo hizo todo muy fácil, y además nos encantó conocerla porque es tremendamente amable. Estamos deseando disfrutar de todos tus proyectos, gracias Rocio. Nos vemos por los escenarios.
Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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