
Soy leyenda...
Burt Lancaster, el encantador burlón
Era un hombre con un cuerpo perfecto y sonrisa seductora. De los números de circo en el trapecio, dio un salto mortal al Quinto Ejército durante la II Guerra Mundial. Sección dedicada a levantar la moral de las tropas con números de entretenimiento.
Empezó en la Universal en 1946 con el películón “Forajidos” , dirigida por Siodman. A partir de ese momento, no paró de trabajar y cosechar éxitos. El problema era que le estaban encasillando, y eso a Burt no le gustaba nada. Fue de los primeros de su generación en crear una productora. Lo hizo junto al guionista Ben Hecht y el director James Hill. Con la Hecht-Hill-Lancaster Productions realizaron films tan emblemáticos como “Apache»(1954,Aldrich).

En “De aquí a la eternidad” (1953, Zinnemann), ya demostró de lo que era capaz de hacer. Le recompensaron con una nominación al Oscar, el cual ganó merecidamente en 1961 con “El fuego y la palabra” ( 1960, Brooks).
Sin embargo, no fue hasta “La rosa tatuada” (1955, Mann), “El Hombre de Alcatraz” (1962, Frankenheimer) o “El Gatopardo” (1963, Visconti) cuando expuso toda la inmensidad de su talento.
Burt Lancaster fue un buen tipo. Se involucró en causas sociales como la defensa de los derechos de los homosexuales y la oposición a la guerra del Vietnam. Siempre estuvo al lado de las minorías, y luchó contra el macartismo cuanto pudo. No abandonó a su amigo Rock Hudson cuando contrajo el maldito sida, y desde ese momento apoyó toda lucha contra aquella lacra. Hay quien cuenta, que fue un hombre tan leal que conservó todos sus amigos de la infancia y juventud hasta el último de sus días.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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