Soy leyenda...

Laurence Olivier, un narcisista exquisito

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Como comprenderéis, no está en mi ánimo decir malas palabras sobre Laurence Olivier. Una de las grandes figuras del cine clásico y el teatro. Tampoco puedo mentir sobre su personalidad. Laurence Olivier era un hombre poco simpático con sus compañeros de profesión. A muchos los solía mirar por encima de hombro. Los consideraba simples aficionados, y por lo tanto, no podían enseñarle nada. Laurence era engreido. En una ocasión le dijo a Orson Welles que estaba enamorado de su propio reflejo. Quizás Welles le respondiera que él también…

Olivier nació en Inglaterra en el año 1907. Con solo 10 añitos interpretó a Brutus en una obra escolar. A eso se le llama ser un niño prodigio. Tras formarse como actor, debutó profesionalmente en el teatro allá por 1920. No tardó en convertirse en una gran figura de los escenarios.

Laurence Olivier.

Llegó a Hollywood y se coronó haciendo “Cumbres borrascosas” (1939, Wyle) y “Rebeca” (1940, Hitchcock). Sin embargo, él no estaba del todo contento. Odiaba la idea de encasillarse en el papel de galán romántico, así que se empeñó en llevar a Shakespeare al cine. Su primer proyecto fue “Enrique V”. Quiso que lo dirigiera Wyle, pero el director no se atrevió y decidió hacerlo él mismo. La experiencia fue muy positiva, por lo tanto decidió repetir con “Hamlet”.

Nuevamente, su versión cinematográfica de la obra del mítico dramaturgo inglés fue todo un éxito. Consiguió muchos premios internacionales, incluido el Oscar al mejor actor. El director y productor Alexander Korda le encargó realizar “Ricardo III”. En un principio iba a dirigir el Film Carol Reed, pero él también se sintió muy pequeñito ante un clásico del teatro y Oliver acabó aceptando el reto también como realizador.

Laurence Olivier era ya un actor consagrado. Cualquier interpretación que realizase en un película, por pequeña que fuese, la dotaba de prestigio. Estuvo sobre los escenarios, su gran amor, hasta el año 80. Después participó en algunas películas, telefilms y miniseries.

Laurence Olivier.

Al principio del artículo os he relatado la confesión ególatra que Lauren Olivier le hizo a Orson Welles. El caso era que, por muy encantado que estuviera de conocerse, tenía épocas en las que se sentía muy inseguro. Esa inseguridad le llevaba a ser muy crítico y cruel con sus compañeros de reparto. Sus hirientes opiniones están registradas en cintas magnetofónicas. Cintas que los herederos del actor decidieron sacar. Son más de 50 horas de grabaciones, en las que Laurence se despachaba muy agusto hablando de algunos de los actores con los que compartió cartel. Esto sucedió 25 años después de su muerte, cuando el biógrafo e historiador Philip Ziegler decidió escribir sobre la vida del mítico actor.

Laurence Olivier.

En las cintas, desprecia el talento de Merle Oberon, Burt Lancaster o Kirk Douglas y de Joan Fontaine dijo que le parecía desagradable. Con Marilyn Monroe demostró un cierto amor-odio. Si bien en un primer momento aseguraba que su odio por ella era enorme, terminó reconociendo que en el film estaba absolutamente maravillosa y que su interpretación eclipsaba la suya propia. Prácticamente ningún actor importante de la época se libró de sus comentarios crueles y ácidos. Ni siquiera él mismo, quien una vez dijo de una de sus interpretaciones: “Un papel excelente, lástima que yo no diera la talla”.

Laurence Olivier.

Comprendo que en este instante os estéis preguntando por Vivien Leigh, el gran amor de Olivier. Tranquilos, tengo pensado hacerle un hermoso tributo a la actriz donde me explayaré sobre su explosivo y tormentoso matrimonio.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.

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