
Soy leyenda...
Natalie Wood, la princesa rusa
La bella Natalie Wood nació en San Francisco en 1938. Hija de inmigrantes rusos, desde pequeña vivió las presiones de su madre para que se convirtiese en estrella de cine. Como les sucede a estas personas que han sido obligadas a trabajar a un ritmo frenético, Natalie era una mujer emocionalmente frágil. Deseosa de ser amada por sí misma y de crear un hogar lleno de armonía. Un lugar seguro y estable.
La carita princesa encantadora de Natalie gustó a productores y directores. A los cinco años se estrenó en el cine con “Happy Land” (1943, Pichel). El gran éxito le vendría con “De ilusión también se vive” (1947, Saeton). La manera de actuar de Natalie era encantadora. Una niña de nariz chatita y ojos profundos que interpretaba sus personajes con una facilidad pasmosa.
La madre siempre estaba a su lado. No con intención de protegerla, sino para exigir que se esforzara más. En una ocasión, llegó a arrancar las alas a una mariposa para provocar el llanto de su hija en una secuencia dramática que debía rodar. Todo un monstruo la señora, insensible al dolor o extenuación de su hija.

También se cuenta que cuando Natalie ya era adolescente, la madre concertó una cita en un hotel entre su hija y un actor. Maria, así se llamaba la progenitora, le contó que era una especie de reunión social para que ese famoso actor se fijara en ella y la recomendase para mejores papeles. Curiosamente, María decidió esperar en el coche junto a su otra hija, Lana, mientras Natalie acudía a la cita. Según contó Lana muchos años después, cuando su hermana volvió al coche estaba muy nerviosa y desarreglada. Parece ser que fue víctima de una violación, y cuando se lo contó a su madre, únicamente le dijo que era mejor callar.
La carrera de Natalie subía como la espuma. Fue de las pocas estrellas infantiles que no tuvo problemas para seguir trabajando cuando creció. Hizo maravillas como “Centauros del desierto” (1956, Ford), “Rebelde sin causa” (1955, Ray) , “Esplendor en la hierba” (1961, Kazan) o “Wet side story” (1961, Wise y Robbins). Antes de los 25 años ya había sido tres veces nominada a los Oscars. Es innegable que Natalie era maravillosa delante de la cámara. Transmitía como pocas actrices, además, no se le resistía ningún género.

En 1957, contrajo matrimonio con el también actor Robert Wagner. Una unión que sólo se mantendría hasta 1963. Sin embargo, en 1972 decidieron darse una segunda oportunidad y nuevamente se casaron. En esta ocasión, tuvieron una hija. Natalie, decidió darle más peso a la vida familiar y redujo drásticamente su participación en películas. Deseaba cuidar de su familia. Tener su refugio.
Tristemente, en 1981 Natalie Wood perdió la vida en un extraño accidente. Ella, su marido y Christopher Walken habían ido a Isla Catalina en el yate de la pareja. Tras cenar y beber como cosacos en un restaurante del lugar, volvieron al yate haciendo eses. Wagner continuó bebiendo con Walken mientras que Natalie decidió irse a dormir. Después de unas horas, Robert Wagner se dirigió a descansar junto a su mujer. Pero ella no estaba en el camarote. Comenzó a buscarla por todo el yate. Finalmente, él y el capitán decidieron avisar a la guardia costera. También había desaparecido una balsa que usaban para ir a tierra.
Desgraciadamente, el cadáver de Natalie apareció a la mañana siguiente. La policía concluyó que había sido un accidente, pero su muerte siempre ha estado cubierta de misterio y sospechas. Y es que su círculo más cercano era conocedor del pavor que le daba el agua. Por esa razón nunca había aprendido a nadar. Así que se les hacía verdaderamente extraño que la actriz, en plena noche y en camisón, decidiese coger una lancha para marcharse del yate. Es algo que da que pensar.
Natalie Wood siempre será recordada como una de las mejores actrices, y más bella, que creó la temible fábrica de sueños que es Hollywood. Una princesa rusa maltratada por su madre y los depredadores que acechan a los pequeños angelitos que son obligados a entrar en un mundo de adultos.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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