
Soy leyenda...
Rita Hayworth, la muñeca rota
El 17 de octubre de 1918, nacía en Brooklyn Margarita Carmen Cansino. De padre español y madre estadounidense, su vida estuvo marcada por la explotación y los abusos desde que abrió los ojos por primera vez. Es mundialmente conocida como Rita Hayworth, una de las actrices más emblemáticas de la época de oro de Hollywood. Su belleza era extraordinaria, y su talento también. Alcanzó el estrellato, aunque ese nunca fuese su verdadero objetivo.
El padre de Rita, cuyo nombre no escribiré aquí por respeto a la actriz y por el profundo desprecio que siento por esa persona, era un buen bailarín que triunfaba junto a su hermana en los teatros estadounidenses. Se casó con una bailarina de los Ziegfeld Follies, Volga, y tuvieron tres hijos. En cuanto Rita cumplió los cuatro años, su padre la obligó a aprender a bailar sometiéndola a interminables sesiones de ensayo. Así que apenas pudo ir al colegio. Con 12, su padre la sacó definitivamente de la escuela y la convirtió en su pareja de baile. Le obligó a teñirse el cabello de negro para acentuar sus rasgos españoles, y también a maquillarse mucho. Tampoco tuvo problemas para mandarle que se vistiese provocativamente.

Rita era ya una belleza y parecía tener más edad, así que al padre le pareció una gran idea sexualizarla. Decidió presentarla como su esposa y no su hija. De puertas para adentro también hacía que se comportarse como una esposa con él mientras Volga callaba. Incluso la obligaba a acostarse con otros hombres si el dinero escaseaba en casa. Rita hacía cuanto le pedía sin rechistar. Era una chiquilla aterrorizada que solo deseaba que la quisieran.
En 1933 pisó Hollywood. Comenzó siendo contratada como bailarina, pero en seguida protagonizó películas de serie B. Debido a sus orígenes, estaba encasillada en papeles hispanos. En 1937, decide contraer matrimonio con Edward Judson. Un hombre mucho mayor que sólo vio en ella una inversión de futuro. Fue Judson quien realmente creo la icónica imagen de Rita. El objetivo era alejarla de sus raíces hispanas, por lo tanto la tiñó de pelirroja y sometió a un doloroso tratamiento de electrolíticos para retrasar el nacimiento del pelo. De esta manera despejaba su frente, además hizo que adelgazara y le extrajeran piezas molares para afinar su rostro. Una vez creado el producto, Judson la sometió a promociones maratonianas y sesiones fotográficas para dar a conocer aquella impresionante belleza.

El director de la Columbia Picture quedó prendado de Rita y la llamó para hacerle una entrevista, la cual consistió en mirarle la dentadura y los muslos. Rita salió de allí con mal cuerpo y un contrato. Su primer papel importante fue en Sólo los ángeles tienen alas (1939), de Howard Hawks. Después interpretaría a Doña Sol en “Sangre y arena” (Mamoulian, 1941), donde dejó a todos prendados con su sensualidad. Más tarde continuaron llegando musicales y comedias, Fred Astaire dijo que jamás había conocido a nadie capaz de aprenderse los pasos de baile con tanta rapidez.
En el año 46 llegó su mayor éxito. El que la catapultó y también la sentenció como actriz. Me refiero a “Gilda”, la maravilla de Vidor. No le gustaba mucho la idea de hacer la película, pero acabó cediendo. Y ya Rita nunca más fue Rita, sino Gilda. Ella dijo en una ocasión con mucha amargura: «Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
En 1947, rodaría junto a su marido Orson Welles “La dama de Shangai”. Welles quiso borrar a Gilda y que solo se viera a la gran actriz que existía dentro de Rita. Así que le cortó el pelo y tiñó de rubia platino. Quería que el público solo se fijase en su talento. Pero no funcionó. La película fue un fracaso, lo cual sumió en una profunda tristeza a la actriz. Tras divorciarse de Orson, decidió tomarse un tiempo de vacaciones. Se fue de crucero y allí conoció a su próximo marido: Aga Khan. Durante los cuatro años que duró el matrimonio se mantuvo alejada del cine. Cuando volvió, su carrera ya no volvió a ser la misma. Hizo películas interesantes como “La dama de Trinidad” o “Salomé”, y maravillas como “Mesas separadas”, pero no tuvo el éxito de antaño.

En los 60 llegó el declive. Su aspecto físico era el de una mujer más mayor, y además comenzó a padecer episodios de pérdidas de memoria que se confundieron con el alcoholismo. Rita padeció un Alzheimer precoz, pero tardaron muchos años en diagnosticárselo. Los últimos años de su vida los pasó junto a su hija Yasmine, fruto del matrimonio con Aga Khan. Yasmine la cuidó con mimo hasta que la actriz falleció en 1987. Antes de morir le dijo a su hija: “No llores mi vida. He disfrutado mucho. Estando a tu lado no tengo miedo a nada”.
Rita Hayworth y su maldición con los hombres
Todo empezó con el miserable de su padre. Desde pequeña se acostumbró a que los hombres la moldeasen a su antojo y aprovecharan de ella. Rita era una mujer muy tímida y bondadosa. Escondía muchos demonios en su interior que dejaba salir cuando se sentía celosa e insegura.
Su primer marido creó a la estrella, pero solo vio en ella una fuente de ingresos. Incluso la animaba a acostarse con hombres poderosos para conseguir prebendas. El director de la Columbia la persiguió obsesivamente. Llegó al punto de introducir micrófonos en su camerino para saber con quién se relacionaba. Ella siempre lo rechazó.
Su segundo esposo fue Orson Welles, al que ella consideraba el amor de su vida. Y sin duda quien más la amó. A él confesó los abusos de su padre. Por esta razón, Orson siempre le hizo el vacío a su suegro. Con Welles fue madre de Rebeca, y a su lado adquirió un alto nivel cultural. Sin embargo, el director era un hombre también atormentado que se dejaba llevar por sus pasiones. Discutían de manera frecuente y él le era infiel. Así que decidieron terminar.
El tercero fue Aga Khan. La hizo sentir como una princesa de cuento y eso la fascinó. Además, cuentan que era un gran amante. Con él tuvo a Yasmine, pero se sentía muy sola. El príncipe viajaba frecuentemente y su vida social era tan intensa que Rita acababa agotada.
Después llegó lo peor, el actor y cantante de poca monta Dick Haymes. Utilizó a Rita para hacerse famoso, de esta manera pensaba hacer despegar su mediocre carrera. No lo consiguió. Era un hombre abusivo que golpeaba a la actriz cuando le venía en gana. Finalmente se divorció de él. Tuvo otro marido más de cuyo nombre no quiero acordarme que fue igual de tormentoso que el resto.
Rita siempre buscó que la amasen y protegieran. Buscaba encontrar la estabilidad emocional en los hombres, y eso es algo demasiado delicado como para ponerlo en manos ajenas. Vivió en una época donde pedir ayuda psiquiátrica podía acabar con una estrella de Hollywood. Convivió con sus monstruos internos hasta que la devoraron. Y nadie supo, ni quiso, ayudarla realmente.
Sí tuvo grandes amigos que estuvieron a su lado, como Glenn Ford o John Wayne. Cuando Rita murió, Welles dijo que la había amado hasta la última noche de su vida. Quizás debió amarla menos, pero mejor.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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