
Soy leyenda...
Kathleen Turner: La crueldad de Hollywood
Katheleen nació en Missouri en 1954. Su padre era diplomático, así que desde bien pequeña comenzó a conocer diferentes culturas e idiomas. Cuando contaba con 18 años de edad, su padre murió a causa de un ataque cardíaco. Fue un duro golpe para toda la familia, y decidieron volver a su ciudad natal en busca de una nueva vida.
Kathleen ya tenía bastante claro que deseaba ser actriz, por lo tanto decidió realizar un grado de teatro en la universidad de Missouri. Tras licenciarse en Bellas Artes, se mudó a Nueva York en busca de una oportunidad para triunfar como actriz. Igual que muchos, mientras saltaba de casting en casting trabajó como camarera para costearse la vida en la gran manzana. Consiguió algunos papeles en la televisión y el teatro, pero su gran oportunidad vendría en 1981 con la ardiente “Fuego en el cuerpo” de Kasdan.
El público descubrió a una gran actriz y un nuevo sex- symbol. Turner, además de ser bellísima poseía una voz grave y rasgada que aportaba mucha personalidad al personaje de Matty Walker. Sin embargo, tras aquel fantástico éxito internacional la actriz estuvo en el dique seco durante un par de años. Incluso retomó su trabajo como camarera. No fue por falta de ofertas, lo que ocurrió es que solamente le ofrecían películas de tinte erótico y ellas las rechazó. Nunca tuvo ni la más mínima intención de encasillarse.

La vuelta al cine
Volvió al cine de la mano de una comedia, “ El hombre con dos cerebros” de Reiner. El público la seguía recordando y adorando, así que de nuevo el éxito entró en su vida. Vendría títulos tan míticos como “El honor de los prizzi” (1985, Huston) , “El turista accidental” (1988, Kasdan) o “Peggy Sue se casó” (1986, Coppola), por la que sería candidata al Oscar.
En los 90 sufriría un varapalo que lo cambiaría todo. Se le diagnosticó una artritis reumatoide grave. La actriz no tenía fuerza en las manos ni para poder coger una cuchara y comer. El tratamiento fue tremendamente duro. En aquellos años, tuvo que sufrir ciclos de quimioterapia para conseguir que la enfermedad remitiese. Esto hizo que su aspecto cambiase radicalmente y engordase. Cuando la prensa comenzó a darse cuenta de los kilos de más de Turner, no dudaron en burlarse de ella. Sin compasión la acosaron y ridiculizaron diciendo cosas como que la secuela de “Fuego en el cuerpo” sería “Grasa en el cuerpo”.
Chistes dolorosos que hacían aún más difícil la recuperación de la actriz. Todo el mundo creyó que estaba teniendo problemas con el alcohol, y ella no lo desmintió porque pensaba que era peor para su carrera que los directores descubrieran su verdadera enfermedad. Aunque sí es cierto que para paliar los efectos secundarios del tratamiento Kathleen se aficionó al vodka.
El aumento de peso se convirtió en un verdadero problema para poder seguir trabajando. Todos los productores le exigían un radical cambio físico que ella no podía asumir. Daba igual su talento, la seguridad en sí misma y aquella voz de excelente dicción…si estaba gorda no la querían. Realizó algunos papeles secundarios en cine y televisión para finalmente aferrarse al teatro. Lugar donde la excelencia se pone por delante del físico. Tras desintoxicarse de su alcoholismo hizo la obra de teatro “¿Quién teme a Virginia Woolf”? , por la que consiguió ser nominada a los Tony en el año 2006.
Gracias a su característica voz, ha hecho doblaje en películas de dibujos animados. Se ha dejado ver en alguna película y también ha continuado en la brecha tanto en la televisión como en el teatro. También ha trabajado durante un tiempo como profesora de interpretación en la Universidad de Nueva York.

“No sé dónde guardan los intestinos las actrices de ahora”
Kathleen nunca ha querido operarse, siempre ha considerado injusto que a las actrices se les exija no aparentar su edad mientras que los actores pueden tener más arrugas que una pasa. No le apetece perder la expresividad de su rostro, y confiesa que las actrices de hoy en día le parecen tan delgadas que se pregunta dónde diablos guardan los intestinos.
Habla abiertamiente sobre sexo, ya que considera que la sexualidad de las mujeres maduras sigue siendo tabú en nuestra sociedad. Turner no ha dejado de luchar para que se le reconozca como una mujer con talento y no como un sex- symbol en decadencia.
Es terrible la presión que ejerce la industria cinematográfica para que las mujeres sigan pareciendo veinteañeras aunque cumplan más años que las pastillas juanola. No sólo sucede en Estados Unidos. En España, a las actrices se las empieza a mirar mal a partir de los 45. Ellos pueden seguir interpretando todo tipo de personaje a cualquier edad, eso sí, con compañeras de rodaje esbeltas de piel tersa. Puede parecer que aquí todos son muy modernos y progresistas… pero en realidad muchos productores y directores antes se cortarían las venas que ofrecer un papel a una actriz de 50 años. Katheleen, gracias por tu lucha.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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