Vamos a narrar una historia, una historia de desamor, envidias, rencor, odio, sangre y muerte. Una historia de terror, pero no ese terror pasajero que entretiene y del cual nos gusta disfrutar una tarde de domingo con una película hollywoodense, no. Hablo del terror que cala, del horror que, cuando lo vives, marca de tal forma que impregna cada parte de ti. Sólo volver a percibir algún olor o sensación de aquel momento hacen retrotraerse a ese pasaje que cambió tu vida. De eso precisamente vamos a hablar hoy, de un caso tan terrible, tan cruel y despiadado, que se grabó en la mente de toda la sociedad el nombre de un pueblo que tan solo con oírlo provoca escalofríos, “Puerto Hurraco”.
Plano de Puerto Hurraco. Imagen realizada por Triun Arts
Contexto del caso
Pero, ¿Qué hace tan especial a este crimen? ¿Será quizás por el hecho de ser uno de los pocos asesinatos múltiples que tenemos en nuestro país? ¿Será por la zona en la que sucede? Una España rural, una España antigua, de otro tiempo, ¿o tal vez sea por la identidad de los propios autores? Personas que rozan la vejez, vecinos de toda la vida, de un pueblecito pequeño de unos 100 habitantes donde todos se conocen. Puede que sea ahí, en ese punto, donde radique el verdadero sentimiento punzante que despierta esta masacre. Pero adentrémonos en él, intentemos dar explicación a la locura y vayamos desgranando qué sucedió aquella noche de finales de agosto de 1990.
Al igual que los ingleses tienen a Romeo y Julieta, una pareja cuyo amor nace y crece a pesar del enfrentamiento de sus dos familias, en aquella aldea de Badajoz a finales de los 60, no había Montescos ni Capuletos, pero sí Cabanillas e Izquierdos. Los cuales, estaban enfrentados desde tiempo atrás por lo que solían estar enfrentados los habitantes de esa España rural que comenté al principio: por las tierras. Ambos se disputaban la propiedad de unas lindes, y esta disputa había llevado a un enfrentamiento tal, que estuvo a punto muchas veces, durante muchas décadas, de terminar en tragedia. Aun así, por encima de esta guerra que ambos clanes mantenían, surgió el amor. El amor entre la más Jovencita de los Izquierdo, Luciana, y el mayor de los Cabanillas, Amadeo. La pareja había conseguido que la rivalidad existente entre sus familias llegase a una tregua tensa que permitiese su idilio y planes de boda, pero como he dicho, tregua tensa, la cual llegó a su fin una mañana a comienzos de enero de 1967 cuando Amadeo cruzó con su tractor unas tierras pertenecientes a los Izquierdo. Esto provocó un fuerte enfrentamiento entre éste y el mayor del clan rival, Gerónimo.
Primer asesinato
La discusión tuvo que ser de tal magnitud, que originó la ruptura de la joven pareja. Según se comenta, fue Amadeo quién abandonó a Luciana. Se sumió en tal depresión que hizo, o mejor dicho, propició que su hermano Gerónimo, aprovechando el manto de la noche de un 22 de enero de 1967, se deslizase sigiloso por los terrenos de Amadeo, pillándolo desprevenido y asestándole una multitud de cuchilladas que terminaron instantáneamente con su vida. Una vez perpetrado el crimen, se tiró al monte. Pero fue detenido poco tiempo después, y tras un juicio se le condenó a 27 años de cárcel.
Podemos decir que esta historia, que por ella misma daría para crear una novela de crónica negra, no es más que la antesala de algo mucho más grande, algo que comenzó a fraguarse desde ese día.
Lógicamente, después de este suceso los Izquierdo fueron repudiados.
Hagamos un ejercicio mental. Imaginaos por un momento un pueblecito pequeño de 100 habitantes, donde esta familia es tachada de asesina y dada de lado. Donde la inquina, el rencor y el odio no se va con el pasar del tiempo. Donde al entrar en un bar, un establecimiento o simplemente pasear por la calle, genera el cuchicheo, las malas miradas y los malos gestos del resto de vecinos. Esto finalmente termina por aislarlos, por hacer que su mundo se reduzca a ellos, a su núcleo familiar o, mejor dicho, a su pequeño núcleo familiar compuesto por una madre enferma en cama y que precisa cuidados constantes, dos hermanas, Luciana y Ángela y dos hermanos, Emilio y Antonio.
Casa de los Izquierdo, Calle Carrera Nº9. Imagen realizada por Triun Arts
Pero vayamos avanzando en esta historia y lleguemos a otro suceso que marcaría el futuro. Nos situamos en el año 1984, concretamente el 18 de octubre. Calle principal de Puerto Hurraco, calle Carrera en el número 9, residencia de los Izquierdo. En este domicilio se origina un incendio de tal magnitud, que termina con la vida de la matriarca. Ésta, al encontrarse impedida en cama, le fue imposible huir de las llamas que terminaron por sesgar su vida. Los cuatro hermanos lograron escapar a tiempo y contaban que nadie, ningún vecino les ayudó, que solo miraban como espectadores el trágico suceso. Por el contrario, los habitantes ajenos a la familia cuentan que fueron los hermanos los que no se preocuparon por salvar a su progenitora, que su único afán era sacar las cosas de valor que se encontraban dentro de la casa. Cosas como neveras, radios, etc. Sea como fuere, una pésima investigación llegó a determinar que el fuego fue provocado, que alguien intencionadamente había prendido fuego a esta familia, pero les fue imposible determinar su autor.
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