Tras el episodio del incendio narrado en la parte anterior, los izquierdo se trasladan a una casa a las afueras, retirados del núcleo urbano.
No penséis que los hermanos eran personas con pocos recursos, ni mucho menos, para la época tenían cierta comodidad económica. Poseían terrenos, cabezas de ganado y una cuenta corriente con más de 10 millones de pesetas de la época, lo que al cambio de hoy serían unos 60 mil euros.
En esta casucha y digo casucha porque era prácticamente una chabola, se aislaron totalmente del resto del mundo. No hablaban con nadie más, excepto para los pocos negocios que requerían algo de interacción.
El preámbulo
Y ahora, vamos a intentar imaginarnos la escena, los cuatro hermanos, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año, barruntando una idea. Que todo el pueblo está en su contra, que hasta las autoridades forman parte del complot. Su locura llegaba a tal extremo, que arrancan el tendido eléctrico, porque dicen que los pueden espiar a través de él, cortan el agua potable de la casa por temor a que puedan envenenarlos, se iluminan con candiles de aceite y velas. Intentadlo, intentad imaginar a esos cuatro hermanos alrededor de una mesa una fría noche de invierno, o una calurosa de verano, hablando siempre de lo mismo, siempre la misma historia de rencor, odio y muerte. En medio de todo esto, en 1986, dos años después del incendio, Gerónimo, tras cumplir 14 años de cárcel, es puesto en libertad. Este nada más salir va en busca de Antonio, el mayor de los Cabanillas, a quien culpa de la muerte de su madre, y como hizo con Amadeo, le asesta un rosario de puñaladas. Siguiendo el mismo modus operandi, se vuelve a tirar al monte, solo que esta vez, aunque piensa que ha terminado con la vida del Cabanilla, este logra sobrevivir, y él es detenido de nuevo. Lo trasladan a un psiquiátrico, pero 9 días después del ingreso, concretamente el 8 de agosto de aquel 1986, muere de un infarto. Esto hace pensar a sus cuatro hermanos en una mano negra, la cual ha terminado con la vida de Gerónimo. Siguen pensando que existe una argucia, un complot, no solo de los vecinos de Puerto Hurraco, sino incluso de las autoridades judiciales y policiales en su contra, y todo esto, todos estos ingredientes van creando el caldo de cultivo que se cocina a fuego lento y que termina por explotar aquel 26 de agosto de 1990.
Psiquiátrico donde ingresan a Gerónimo. Imagen realizada por Triun Arts
Domingo, caluroso y último fin de semana del periodo veraniego, esto era algo que conocían muy bien Antonio y Emilio, sabían de las costumbres de sus vecinos, que muchos marchaban fuera del pueblo pasado ese día.
Tras levantarse temprano como de costumbre, comenzaron a preparar sus cartuchos, más de 300 hicieron con sus propias manos, cartuchos capaces de tumbar a cualquier animal de caza mayor. Hay quien cuenta que fueron ayudados en esta labor por sus hermanas, que ellas iban carcomiendo las mentes de los varones con ansias de venganza, rencor y odio. Los alentaban haciéndoles creer que estaban a punto de enfrentarse al día más glorioso de sus vidas, de su medio siglo de existencia, que con 52 y 56 años nunca habían podido demostrar su hombría y que había llegado el momento de conseguir la tan ansiada venganza.
Hermanos Izquierdo. Imagen realizada por Triun Arts
El comienzo del fin
Se vistieron con sus ropas de cazadores, se colocaron sus cananas y se echaron al hombro sus escopetas repetidoras Franchi, dieron un beso a sus hermanas y se despidieron de ellas con una frase inquietante: “Nos vamos a cazar tórtolas”. Montaron en su cuatro por cuatro y dejaron tras ellos, en el reflejo del retrovisor, su humilde casa de Monterrubio de la Serena, poniendo rumbo a Puerto Hurraco. ¿Qué sentimiento podrían albergar en ese momento?, dejaban atrás su mundo, sus vidas, todo lo que conocían, lo que les daba seguridad, su familia, sus historias, a fin de cuentas, dejaban en el reflejo de ese retrovisor lo que eran y habían sido y se encaminaban, a sabiendas, a un destino que irremediablemente los llevaría a la destrucción de todo, al final de sus vidas tal y como las conocían. Al pisar el acelerador y poner tierra de por medio, ellos, en su fuero interno, sabían mejor que nadie que aquel era un viaje solo de ida y que jamás volverían a caminar por esas tierras, que nunca más darían de comer a sus bestias y que las charlas alrededor de esa mesa, mientras compartían un plato de caldo o puchero, nunca nunca más se repetirían, que eso a lo que ellos llamaban hogar sería, dentro de muy pocas horas, solo un recuerdo, porque antes de que el gallo volviese a cantar y que esas tierras de Badajoz se abriesen a un nuevo día, habrían cambiado para siempre, no solo sus propios destinos, sino el destino de todo un pueblo que quedaría grabado a fuego en la mente y el recuerdo de todo un país.
This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish.AcceptPolítica de cookies
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
1 Comment