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Reportajes y artículos

La historia de los cubiertos: El bueno, el redondeado, el satánico y el tenedor del pueblo

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No se a ti, querido lector, pero pocas cosas me agobian tanto como una mesa llena de cubiertos a la izquierda y a la derecha y hacia arriba. 

Sí ya sé que eso es muy finolis, y que separa a la gente de postín, aristócratas y “gente bien de toda la vida” del resto de la chusma. Ahí es donde se nota el linaje. Y sí, yo no tengo pedigree, soy una humana “chucho”. Solo sé usar los cubiertos básicos. 

Y de pronto me pregunté ¿Y quién inventó los cubiertos? Los mexicanos en muchas circunstancias prescinden de esos artilugios con una alta ingeniería llamada tortilla, muy anterior al moderno Sándwich. 

Pero volviendo al punto, ¿Quién cómo y cuándo inventó los cubiertos, para poder “civilizarnos” en el arte de comer?

Así que me puse a investigar. Lo del cuchillo y la cuchara es como preguntarse quién fue primero, si el huevo o la gallina. 

¿Quién llegó primero?

Algunos historiadores, asumen que el humano hartito de que se le fuera el agua por los dedos y terminara todo mojado (y mosqueado), encontró en conchas de moluscos una forma práctica de llevarse más cantidad de líquido a la boca sin que se derramara. 

Pero luego dicen otros que no, que ya desde tiempos muy remotos se tenían cucharas realizadas o talladas con huesos de animales, y de piedras. Por tanto debieron tener cerca un objeto punzo cortante (un cuchillo vamos… de piedra, pero cuchillo) para hacerlos. 

El temor del Cardenal

Así que terminando la sopa y pasando a lo que sería el segundo plato de mi menú, Godín (dícese de oficinista que se trae la comida desde casa en tupperware para calentar en microondas de la oficina), reparo en el cuchillo. Y como los colegas se habían ido a buscar su comida en sitios donde el alimento es caro, poco y engorda, me da el tiempo suficiente para pensar cosas que la gente normal no necesita saber, pero a mi se me hace una especie de obsesión. Ya vimos que la cuchara y el cuchillo podrían haber sido muy contemporáneos en su descubrimiento pero ¿Un cuchillo de punta redondeada?

Pues parece que ese fue un asunto de los franceses. La leyenda le atribuye el cuchillo de mesa a la corte francesa. Unos a Richelieu, otros a Luis XIV (que a saber si el cardenal influyó en el joven Delfín). Según parece, El Cardenal Richelieu mandó redondear las puntas de los cuchillos de su mesa, porque luego a los invitados les daba por mal comportarse y discutir, y terminaban a cuchilladas en la comida. Y claro mandar cortar cabezas y matar a traición está bien, pero no en el comedor. ¡Que asco! Ahora me explico por qué en los bares solo ponen tapas, y se come con los dedos. No vaya a haber polémica en un partido Barça- Real Madrid y se nos haga un desaguisado. Me imagino yo que lo de no hablar de política, religión y fútbol en la mesa, vendrá de esos tiempos. 

 Pero ¿Y el tenedor? Porque cuchara y cuchillo los hay en casi todos lados, pero el tenedor tiene una historia mucho más salsera,  glamourosa, y por supuesto del “lado oscuro”. El tenedor es Sith. Y como no podía ser de otra forma, las culpables: las mujeres. 

Artilugio diabólico

Se dice que el primer intento del uso del tenedor fue a principios del siglo XI. Cuando la Princesa Teodora Ana Ducain, hija del Rey bizantino Constantino X, que era una a muchacha muy repipi y le daba “grima” comer con las manos, se le ocurrió adaptar un trinche, de esos que se usaban para pescar a modo de no tener que tocar la comida con los dedos. Y hubiese sido un glamouroso invento en la época, pero Teodora dijo: “Con la Iglesia hemos topado”. Un cardenal benedictino, un tal Pedro Damián, al que le debía pirrar comer con las manos, que se dedicó a injuriar a Teodorita la tiquismiquis y su trinchador (de solo dos puntas) con el Diablo. Así que la pobre terminó peor Antonio David en Sálvame por su “diabólico” artilugio.

Tuvimos que esperar hasta 1533 a que Catalina de Medicis, lo trajera en su ajuar de novia al casarse con Enrique II de Francia y así comenzar a imponer su uso en la mesa de la corte francesa. Posteriormente, al igual que lo que pasa con los autos, los franceses lo inventan y los alemanes lo mejoran. El tenedor pasó a tener de dos puntas a tres, y siguiendo la comparación con los autos, los italianos lo adaptaron para sus espaguetis, agregándole la cuarta punta. Y por supuesto los alemanes cogieron un rebote y pasaron del Ferrari del comensal al Volkswagen de la mesa. El tenedor de 4 dientes para todo el mundo; y así hicieron el Volksgabel (espero que no tenga que explicar el chiste) gracias a la galvanización. 

Y gracias mi querido lector por haberme acompañado a la hora de la comida con mi tupper y mis cubiertos. 

¡Buen provecho!

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