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Reportajes y artículos

España: la amante de Europa

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Los que tenemos ya una cierta edad, peinamos canas y nos las teñimos primorosamente, estamos bastante hartos de que a los españoles nos identifiquen con el flamenco, los toros y la paella. No nos avergonzamos de que tales cosas formen parte de nuestra cultura, en absoluto, lo que nos molesta es el uso y abuso que se ha hecho de estos símbolos durante décadas para atraer el turismo. Cuando yo era adolescente, la amiga inglesa de una compañera de clase le preguntó en una carta , porque entonces escribíamos cartas, si en Madrid íbamos por la calle con trajes de flamencos. Hablo de los noventa. No tengo claro de que las cosas hayan cambiado demasiado.

Para muchos turistas europeos, España es el país donde pueden venir a hacer lo que en su países no les dejan o no se atreven. Emborracharse, tener sexo desenfrenado y tirarse por el balcón es algo que a los más jóvenes les suena atractivo. Pensemos en Magaluf. Esa localidad española que ofrece como reclamo turístico el ponerse tibio hasta quedarse tirado por la calle. La mayoría suelen ser ingleses, muy jóvenes, cuyo lema parece ser beber hasta rozar el coma etílico. Después, hacer sus necesidades en plena calle parece una tradición. Los empresarios artífices de esta porquería de turismo están encantados, los ciudadanos de dicha localidad no tanto. El problema es que ciertos turistas vienen a España pensando que todo el monte es Magaluf…y no.

Cartel turismo España

España parece la otra. Tenemos el estatus de amante para el resto de Europa sin visos de que la cosa vaya a cambiar. España desea ser una mujer independiente y empoderada pero no se lo permiten. Los primeros, nuestros dirigentes. Nosotros somos unos de los países con los sueldos más bajos. En este país se castiga al emprendedor, no se pelea por lo nuestro en Europa y nos quieren cada vez más enfrentados. Para la mayoría de nosotros, viajar por el continente supone un gran esfuerzo mientras que el resto de europeos se pagan su viaje a España con las propinas que consiguen. Lo triste es que la mayoría de ellos no tienen ni el más mínimo interés en conocer nuestra rica cultura. Sus actitudes son más bien típicas de colonizadores del siglo XXI. Suelto la saca llena de onzas de oro y todos a bailar.

Esto nos pasa por depender demasiado del sector turístico. Es necesario caerles en gracia y parecerles majetes al resto de ciudadanos europeos para que vengan aquí y no se distraigan por el este o por el oeste. Nuestra casa les tiene que parecer un lugar donde disfrutar de lo que en las suyas no pueden. Sí, esto hasta cierto punto es comprensible. El sector turístico debe emplearse a fondo para ofrecer opciones que se alejen de la rutinas. El problema es que Europa no deja de vernos como a una amante a la que hay que esconder incluso cuando suceden grandes tragedias mundiales.

Recuerdo, con tremendo dolor, los atentados del 11M. Europa como siempre nos miró fría y despiadada. Ha sucedido en España, ese país del sur casi africano en el que nadie prospera porque se echan la siesta. ¿A nosotros qué más nos da? No son de nuestra clase. Su comportamiento repugnante se reflejó en algo tan trivial como un partido de futbol en el que jugaba un equipo español y no lo quisieron suspender. Creo que, incluso, tampoco querían que se guardase un minuto de silencio. Pero de qué nos vamos a extrañar, si ETA estuvo durante décadas masacrando a la población y a Estrasburgo siempre le importó un carajo.

Cuando somos nosotros los que viajamos, nos damos cuenta del concepto en el que se nos tiene. El lugar del mundo en el que he sentido que me acogían con mayor felicidad era en Sicilia. Les encanta tener turistas españoles porque sienten una cierta cercanía con nosotros. Han sido demasiados siglos juntos. Además, ellos también se ven como la amante. Pero en su caso lo son de su propio país, en el que en muchos sitios los llaman “terroni” de forma despectiva. En otros lugares, cuando he dicho mi nacionalidad o bien me han mirado rancio o seguidamente me han soltado en mi cara que a ellos no les gustaban las corridas de toros. Es como si a mí se me presenta un inglés y antes de darles los buenos días le regaño por esa horrible costumbre suya de cazar zorritos.

Realmente no puedo pedirle peras al olmo cuando tenemos al enemigo en nuestra propia casa. Políticos que desean que cada vez nos sintamos menos españoles y más de nuestro pueblo. Ministros que son incapaces de hacer una renovación moderna y brillante del, ya tremendamente arcaico, sistema educativo. Ciudadanos que no solo desconocen nuestra historia sino que incluso la desprecian por lo que algunos cuentan por ahí… Con este panorama no soy demasiado optimista.

No quiero que nadie piense que estoy en contra del turismo, al contrario. Lo que ocurre es que considero que ha llegado la hora de que España se haga respetar y deje de ser ese lugar de recreo sin más. Ser la amante puede estar divertido durante un tiempo, pero a la larga hace mucho daño. España necesita ser reconocida como la gran dama que es. Llena de riqueza cultural, de fuerza y talento. ¿ Hasta cuando vamos a ser la otra?

Cartel de turismo en España

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.

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