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Soy leyenda...

Jayne Mansfield: tras la estela de Marilyn

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Jayne Mansfield nació un primaveral mes de abril de 1933 en Pensilvania. Desde bien jovencita tuvo claro que deseaba ser una gran estrella de Hollywood. Lucía un cuerpo escultural, con un busto que casi tenía vida propia y que utilizó en más de una ocasión como reclamo publicitario. La melena rubia estaba claramente inspirada en Marilyn, de quién parecía desear seguir sus pasos. A Monroe no le gustaba un pelo Jayne, y siempre intentó mantenerse alejada de ella. Parece ser que incluso compartieron a los hermanos Kennedy como amantes.

Al igual que Marilyn, Jayne aseguraba que poseía un cociente intelectual altísimo. Contó, que además de interpretación, había estudiado química, psicología, piano y violín. También aseguraba que era capaz de hablar cinco idiomas. Y como era muy inteligente, siempre tuvo claro la importancia de la publicidad para conseguir ser constantemente el foco de atención. Cuando apenas comenzaba en el mundillo del famoseo, decidió acudir a la presentación de la película “La sirena de las aguas verdes” (1955, Sturges). El evento se organizó en una piscina, así que Jayne decidió colocarse un estrechísimo bañador que no aguantó en su sitio al lanzarse a la piscina. Obviamente, los fotógrafos acudieron a ella como las abejas a la miel.

Jayne Mansfield y Sofía Loren.

La Fox se fijó en Jayne y decidió hacerle un contrato de seis años. Realmente, no sabría decir una película de Mansfield que me resulte inspiradora para poner como la más representativa de la actriz. Siempre me pareció un sucedáneo de Marilyn, pero sin el talento ni la gracia de ella. No le quito mérito a Mansfield, de hecho seguimos hablando de ella en pleno siglo XXI y la recordamos como una de las mujeres más exuberantes del viejo Hollywood. Pero no hablamos de ella recordando tal o cual papel. Es un símbolo sexual de los años cincuenta. La mujer que acudió a una cena con un escote de infarto que Sofía Loren no dejaba de mirar estupefacta.

Recordaría, quizás, el film junto a Cary Grant “Bésalas por mí”, dirigido en 1957 por Stanley Donen. Lo cierto es que todo lo rácano que era Grant con el dinero lo tenía de generoso con sus compañeros ante la pantalla, así que es normal que Jayne brillase aunque fuese una pizca. Es verdad que recibió el Globo de Oro a la actriz revelación en 1957… pero también es cierto que ganar un premio no convierte a nadie en una gran actriz de forma inmediata. Si sentís una gran admiración por la Mansfield ruego que no seáis muy duros con este artículo.

Vida amorosa y oscura leyenda sobre su muerte…

Jayne tuvo a su primera hija con 17 años. Estaba casada con Paul Mansfield, cuyo apellido le hizo famosa y jamás abandonó. Después, contrajo matrimonio con el actor húngaro Mickey Hargitay. Con él tuvo tres hijos, entre ellos a la magnífica actriz, ella sí, Mariska conocida internacionalmente por su participación en “Ley y Orden: Unidad de víctimas especiales”. El amor les duró hasta 1964. Después llegó Matt Cimber, el matrimonio se mantuvo en pie apenas dos años pero les dio tiempo a sellar su amor con un bebé.

Por último, apareció en su vida Sam Brody. Un abogado de vida oscura con el que llegaron los excesos con las drogas y el alcohol. Fue en ese momento cuando la estrella de cine se interesó por las artes ocultas y el satanismo. Era como algo cool. Ahora lo fashion es ser vegano y antes satanista. Cómo cambia la vida. Conocieron a un tipo llamado Anton LaVey. El simpático caballero fundó la iglesia de Satán y se proclamó “papa negro”. Hay que ver lo que me recuerda esta historia al Palmar de Troya…

Jayne Mansfield.

La actriz consintió que se le tomaran diversas fotos mientras formaba parte de una ceremonia satánica junto a LaVey, así que no sería nada descabellado pensar que Mansfield simplemente se acercara a este oscuro mundo con la finalidad de obtener publicidad y no dejar de permanecer en boca de todos. No olvidemos que en la década de los sesenta la figura de Jayne comenzaba a decaer de manera alarmante. La leyenda urbana sobre la muerte de la actriz comienza con Brody riéndose de la iglesia satánica de LaVey, el hombre se lo tomó reguleras y le lanzó un enjambre de maldiciones a lo bruja Lola. El problema es que las maldiciones no alcanzaron sólo al abogado, sino también a Jayne. De repente, comenzaron a tener golpes de mala suerte tanto en lo económico como en la salud.

Una noche de verano de 1967, Mansfield, Brody y el chófer murieron en un terrible accidente de coche. Se empotraron contra un camión y perdieron la vida instantáneamente. Apenas tenía treinta y cuatro años. Tres de los hijos de la actriz iban en la parte de atrás y resultaron prácticamente ilesos. Aunque emocionalmente quedarían rotos de por vida tras ver morir trágicamente a su madre. Hay quién asegura que la actriz murió decapitada, pero otros cuentan que lo que salió volando fue la peluca que llevaba puesta y de ahí la confusión.

Desde ese instante, corrió como la pólvora la siniestra historia de que el “papa negro” había provocado la terrible muerte de Jayne y su novio. Él mismo se encargó se alimentar semejante camelo, aunque dijo que todo había sido un tremendo error. En realidad, cortó la cabeza de Mansfield en una foto sin querer… lo torpe que son algunos. Sin duda, nada tuvieron que ver las maldiciones de LaVey, aunque es posible que desde el más allá a la propia actriz le siga gustando que la leyenda urbana corra para que su luz en este mundo nunca se apague.

Jayne Mansfield.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.

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