A mi Amiga…

Hoy vais a disculpar que no hable de ningún caso, que no trate los temas que suelo tratar, pero no tengo los sentidos ahora mismo para poder hacerlo. Mi alma y mi corazón solo me piden una cosa y es rendir un pequeño homenaje desde mi humilde posición a una persona, qué aun conociéndola desde hace relativamente poco, se convirtió en una más de mi familia.

¿Por qué pasan las cosas?

Algunas veces te preguntas porque pasan las cosas. Te quedas pensando y dando vueltas y eres incapaz de comprender el porqué, hace dos días que no paro de hacerme esa pregunta. Dos días duros, muy duros, creo, que los más duros que me han tocado vivir desde hacía mucho.

Llegaste como llegan las cosas buenas

Llegaste como llegan las cosas buenas, sin avisar, sin preguntar, sin pedir tan siquiera permiso. Fue todo tan rápido que cuando nos quisimos dar cuenta ya no eras una extraña, eras parte de los nuestros. Te abrimos nuestra casa, nuestra familia y tú nos abriste tu corazón. Recuerdo las horas y horas hablando, o más bien hablando tú, y mira que es difícil hacerme callar a mí. Tus frases, tus expresiones, tus movimientos nerviosos, tus gestos, tu… Tú. Lo que te hacía ser quien eras no deja de venir a mi mente en cuanto tiene un momento de sosiego.

En estos días he hablado con muchas amigas tuyas, y parece mentira que todos contemos lo mismo. Cuando mantengo una conversación con alguna de ellas, solo tengo que decir “tú la conocías”, para que al instante se pongan en situación y visualicen qué estabas haciendo en ese momento. Eso es solo señal de una cosa, de que eras transparente, clara y cristalina, lo que contabas aquí, lo contabas allí.

Me has demostrado que se puede seguir siendo un niño aun teniendo más de 40 años.

Sé que no era fácil ser tú y ahora lo sé mucho mejor que antes, ahora que por desgracia he tenido que leer algunas notas tuyas buscando teléfonos y contactos. Ahora sé mucho más sobre cómo eras, y solo puedo sentir admiración. Aunque no lo creas, me has enseñado tanto, pero tanto, tanto…

Cierro los ojos y aún recuerdo lo último que me dijiste en persona horas antes de que te fueses, justo cuando te dejé en el aeropuerto para que emprendieses, sin saberlo, el último viaje de tu vida. ¿Lo recuerdas? Seguro que sí, seguro que estés donde estés, mientras a mí me corren ahora mismo las lágrimas escribiendo estas palabras, tú estas partiéndote el pecho de risa como solías hacer.

¿Te acuerdas verdad? Llegamos y estaba lleno de policía porque el Sevilla había ganado la copa de la UEFA. Llegaba en un vuelo, y al darme el alto se me caló el coche y dijiste: “Mira que eres tonto, eh. Me bajo aquí, anda hasta luego”. Y ese hasta luego, se convirtió en un hasta siempre…

Te quiero tía, te quiero de verdad y sé que no te voy a olvidar nunca. Sé cómo te gustaban nuestros casos, como los sentías, como me escribías por Telegram al acabar un directo o después de un estreno para decirme: “Hay que seguir investigando eh, porque mira esto o mira aquello”. Todo lo vivías con la misma intensidad y terminabas siempre con la misma coletilla: “Se va a armar un follón”.

Recuerdo tus pizarras llenas de datos, a ver Triun, dime esto, dime aquello. Y yo ahí, tomándome un café viendo como escribías y disfrutabas ese momento de investigadora.

Querías hacer tantas cosas, tenías tantos sueños, tantos proyectos, tantas ilusiones. Ayer, repasando tus mensajes volví a leer el que me pasaste hace tres días en el que me comentabas todas las entradas de festivales que habías sacado para ir a disfrutarlos este verano. Ya tenías planeado todos los fines de semana de aquí a septiembre y tuvo que llegar la puta vida, el puto destino y hacer que aquella maldita rueda fallase justo en el peor sitio donde podía fallar.

Y te fuiste, y ya está, se acabó, nos dejaste esperando volver a escuchar cómo me llamabas tonto.

Mika, Momo y Drogo están ahí, esperándote. Mika está sobre el borde de la piscina esperando para bañarse contigo. Momo metida en el arenero, a expensas de que le tires su juguete, y Drogo en la puerta de casa ansioso porque vuelvas a dejar algo de comida y robarla. Voy a hacer todo lo posible por buscarles una buena familia. Una buena casa donde poder recordarte como solo los animales saben hacerlo, porque sé que eran tu vida. Siempre me dejaste muy claro que ellos no vivían contigo, que tu vivías con ellos. Y mira que discutía: no los dejes hacer esto, no los dejes hacer aquello… En fin, imagino que todo tiene una razón y una lógica, ahora no la encuentro, pero seguro la tiene y si no, que más da, ya no estás tu para intentar buscársela. Con lo que te gustaba buscar la lógica de todo, como buena ingeniera.

Izaskun, me cuesta muchísimo decir esto, me rompe el alma, me parte el corazón, pero ve, ve tranquila y vive, porque sé que después de esto hay vida y tú ya estás en ella. Jessi, Pepe, Noe y yo, TE AMAMOS.