
Reportajes y artículos
La venganza de Edda Mussolini
Cuando el padre de Benito Mussolini enviudó, al poco tiempo volvió a casarse. La elegida fue su amante durante años, la cual tenía una hija quinceañera de la que se encaprichó Benito. Poco le importó que fuera su hermanastra y menor de edad. Amenazó con quitarse la vida si Rachelle, que así se llamaba la muchacha, no era para él. Ambos jóvenes se fueron a vivir juntos. En 1910 nacería en Forlí su primogénita, Edda.
En aquellos años, Benito era un sindicalista que andaba por el mundo armando bulla y escribiendo artículos incendiarios aquí y allá. Las mujeres no significaban nada para él. Eran simples caprichos que le servían para satisfacer sus necesidades más primitivas. Aún así, decidió que Rachelle sería su esposa y se casó con ella en 1915. Contraer matrimonio no fue un obstáculo para que continuara teniendo decenas de amantes y fuese un esposo ausente.

El carácter de Edda
Con Rachelle tuvo cuatro hijos más, pero por Edda siempre sintió una cierta debilidad. Posiblemente porque se parecía mucho a él. Edda tenía un carácter salvaje, muy masculino y no dudaba en sacar a relucir cierta agresividad cuando deseaba salirse con la suya. También fue expulsada del colegio como su padre, y era tan altiva como él. A los veinte años se enamoró de Galeazzo Ciano, hijo del conde Constanzo Ciano. Ambos eran fascistas convencidos y admiradores de Mussolini. El matrimonio entre Edda y Ciano se celebró en 1930. A Mussolini le encantó la idea de emparentar con la aristocracia italiana de rancio abolengo, así que procuró que su niña tuviera una boda digna de una princesa con más de cuatro mil invitados.

El dictador procuró que la carrera política de su yerno prosperase rápidamente. Primero fue embajador en China y después volvió a Italia para convertirse en ministro de exteriores del régimen fascista. Mientras tanto, el matrimonio de Edda y Ciano pasaba por turbulencias. El conde era mujeriego y no tardó en regalarle una hermosa cornamenta a su esposa. Edda no era de las que se quedaba en casa llorando, así que se la devolvió con creces en cuanto pudo. Con el tiempo, decidieron tener un matrimonio abierto. Permanecerían juntos, de hecho tuvieron tres hijos, y a la vez podrían relacionarse con quien quisieran sin reproches. Encontraron la fórmula perfecta para convivir en armonía.
El voto de Ciano
Edda apoyó claramente el régimen de su padre. Intentaba hacer proselitismo allá donde iba e incluso fue una figura clave entre los nazis y los fascistas italianos. A su marido, no le gustaba demasiado Hitler y siempre fue reacio a la política filogermana que ejerció su suegro. Sin embargo, Edda estaba encantada. Y los nazis con ella, también.

Durante la guerra, la primogénita de Mussolini decidió formarse como enfermera en la Cruz Roja para poder ayudar a los heridos. De hecho, fue premiada por su buen hacer…pero no olvidemos que era la hija del dictador… La guerra comenzó a ponerse fea para Hitler y sus aliados, así que en 1943 se celebró en Italia el Gran Consejo Fascista. Se decidió destituir a Mussolini y encarcelarlo en un hotel del área natural del Gran Sasso d’Italia. Ciano fue uno de los mandatarios fascistas que votó en contra de Mussolini, cosa que el dictador no olvidó. Cuando Hitler lo rescató y creó La República Social Italiana, Benito no dudó en mandar ejecutar a Ciano. Además, exigió que le fusilasen por la espalda para que la humillación fuese aún más grande.
Los diarios del conde Ciano
De nada le sirvió a Edda llorar, suplicar y amenazar. Desde el instante en el que Mussolini dejó huérfanos a sus hijos, Edda renunció a su apellido. Odió a su padre como nunca antes lo hizo, y decidió vengarse salvando los diarios que su marido fue escribiendo sobre cuanto sucedía durante la dictadura fascista de Mussolini. Con la ayuda de uno de sus amantes, Emilio Pucci, Edda consiguió huir a Suiza vestida de campesina y con los diarios escondidos entre sus prendas de vestir. Los escritos de Ciano eran muy codiciados y en más de una ocasión habían intentado quitárselos a Edda.
Cuando llegó a Suiza, se escondió en un convento junto a sus hijos. Allí fue contactada por un corresponsal de guerra llamado Paul Ghali, del “Chicago Daily News”, el cual la convenció para que los diarios de Ciano fuesen publicados. Poco después, Edda volvió a Italia. En su país fue arrestada por ayudar al fascismo y la condenaron a dos años de prisión. Después, la primogénita de Mussolini tuvo una vida discreta y austera. Su vida pública era muy escasa, únicamente se dejó ver para promocionar su libro ” La mia vita” y el de su hijo Fabrizio, “Cuando el abuelo hizo fusilar a papá”.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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