
Luces, cámara...¡acción!
“El primer día de mi vida” de Paolo Genovese (2023)
Este jueves, 6 de julio, uno de los estrenos de la cartelera en España es El primer día de mi vida de Paolo Genovese. El director italiano, con numerosas películas en su trayectoria cinematográfica, se ensalzó con Perfectos desconocidos, película que ha sido adaptada en muchos países, en el nuestro con Alex de la Iglesia.
En una ocasión un crítico cinematográfico me dijo que el cine siempre habla del amor, y con el tiempo he podido comprobar que en parte es así, porque algo de lo que tratan, o tienen de fondo, muchas o casi todas las películas, es el amor, pero la culpa tiene un lugar importantísimo en el cine, en la literatura, el teatro, en definitiva, en todas las artes.
Cuatro personas van en un coche con un hombre a quien no conocen. Los cuatro tienen un fin común, acabar con toda su vida, no quieren seguir existiendo, pero el quinto, el desconocido, quiere que eso no sea así. Propone una semana para que vuelvan a ver la vida de otro color. Hará que vean cómo sería su entorno sin ellos y que puedan encontrar un sentido a sus días.
Paolo Genovese se lanza al drama con El primer día de mi vida, con la culpa como telón de fondo
El protagonista principal de El primer día de mi vida es la culpa de cada protagonista, su miedo interior, su falta de autoestima y su flagelación ante los suyos y la sociedad. Cada uno con una particularidad, pero con un nexo de unión, el no quererse, ser infelices y creer hacer infelices a sus más allegados.



El ser humano tiene ese estigma de estar constantemente hablando con su yo interior para hacer de la duda un mar de culpas en existencia. Aquí, en El primer día de mi vida, hay un juego de tira y afloja entre lo permeable y lo evidente de cada personaje para que el espectador realice su puzle mental.
El eje principal de la película vira alrededor del personaje de Toni Servillo, que en esta ocasión encarna un personaje mucho más dramático a lo que nos tiene acostumbrados, saliendo airoso de ello.
El tono de la película podría decirse que es pura melancolía, tonos oscuros, todo ensombrecido, con planos o muy cercanos para ver el fondo de las miradas de los personajes, o lejanos para comprobar cómo cada uno ve el mundo, con cierta lentitud para poder ir viendo el proceso de avance o retroceso de cada alma en busca de su verdad, y de su posible felicidad.
Dos horas de película que no se hace larga, pero que sí tiene en su parte negativa el encontrarse con muchos tópicos y estándares en el guion que harán que por momentos nos haga ya pensar que puede suceder, o decir. ¡No, esto no!
Por contraposición, destacar la música de Maurizio Filardo que está presente en mucha parte del metraje acompañando a cada personaje en diferentes estados anímicos, estando bien logrado al ensalzar cada secuencia.


Juntaletras por afición, de cualquier disciplina artística, pero aseguro que pongo todo el alma en ello.
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