
Soy leyenda...
Conchita Montenegro, la primera en conquistar Hollywood
Conchita Montenegro nació un mes de septiembre de 1911 en San Sebastián. Desde pequeña dio muestras de que lo suyo era el mundo del espectáculo. Su padre era consciente de ello y decidió ayudarla. Cuando toda la familia se trasladó a Madrid, Conchita comenzó a tomar clases de arte dramático. Como también amaba profundamente la danza, decidieron enviarla a la Escuela del Teatro de la Ópera de París. Cuando volvió a España, formó un dúo de baile junto a su hermana Juanita con un éxito aceptable.
En 1927, siendo aun una adolescente, debutó en el cine con la película muda La muñeca rota, dirigida por Reinhardt Blotner. Dos años después rodaría el film francés de Barocelli La mujer y el pelele. Conchita interpretaba a una mujer especialmente sensual que aparecía bailando semidesnuda. Aquello enamoró a la Metro, e ipso facto se pusieron en contacto con ella para ofrecerle un contrato. La querían para rodar las versiones en español de los éxitos de Hollywood, en aquellos años no existía el rodaje. Recordemos que nos encontramos en los albores del séptimo arte.
Su marcha a Hollywood
En aquella época, se marcharon a la meca del cine gente tan maravillosa como Edgar Neville, Jardier Poncela o Julio Peña, un actor estupendo y guapísimo que nada tenía que envidiar a los galanes norteamericanos. Se solían ir aquellos con ideas más modernas y menos encorsetadas buscando dar rienda suelta a su creatividad. Conchita Montenegro pronto llamó la atención de la sociedad hollywoodiense tanto por su belleza como por su carácter. Corrió como la pólvora la anécdota del bofetón que le endilgó a nada menos que Clark Gable cuando intentó besarla con lengua en una prueba de cámara. Y es que la española cuando besa es que besa de verdad, y si no le apetece te saca los dientes de un mamporro.
Charles Chaplin y Buster Keaton sintieron gran simpatía por ella. Chaplin le ayudó a aprender rápidamente el inglés y con Keaton protagonizó en 1930 la comedia “De frente, marchen”. En poco tiempo trabajó en bastantes película, tanto en español como en inglés, junto a grandes figuras de la época dorada de Hollywood. Con tan solo diecinueve años, consiguió el papel de nativa polinesia junto a Leslie Howard en “Prohibido” ( 1931, Van Dyke). Ambos protagonistas vivían un tórrido romance que traspasó la gran pantalla.

Leslie, contaba entonces con más de cuarenta años. Era un conquistador nato, pero no estaba dispuesto por nada del mundo a abandonar a su mujer e hijos. Un comportamiento, a mi entender , un tanto casposo y cobarde aunque la propia Conchita siempre dijera que Leslie se había comportado como todo un caballero con ella. El romance duró años. En 1935, expiró el contrato de Conchita en Hollywood. Algunos escritores que han investigado la vida de la actriz cuentan que no fue renovada porque no regaló sexo a los directivos de las grandes compañías, y otros dicen que fue ella la que decidió poner tierra de por medio para alejarse de aquel ambiente y de Howard.
Lo cierto es, que ese mismo año se casó en París con el actor brasileño Raoul Roulien. Aquel matrimonio parecía más que nada una manera de huir del influjo de Howard, con el que no podía aspirar a nada más que a ser su amante. Su unión con el brasileño solo duró un par de años. En 1942, ya divorciada, regresó a España para continuar con su carrera de actriz. Rodó filmes como “Rojo y negro” (1942, Arévalo), “Boda en el infierno” (1942, Román), ” Ídolos” (1943, Rey) y “Lola Montes”(1944, Román), la última película de su carrera.
La trágica muerte de Leslie Howard
Desde hacía un tiempo, la actriz había comenzado a salir con el diplomático Ricardo Giménez-Arnau. Es cierto que no había conseguido olvidar del todo a Leslie, pero también es cierto que se enamoró sinceramente de Ricardo. El diplomático había sido miembro de la falange y en aquellos momentos ejercía como embajador en la Santa Sede. A Conchita le pareció perfecto.
Sin embargo, en 1943, un año antes de esposarse con el diplomático, Leslie le anuncia que va a viajar a Madrid. De cara a la prensa, es un viaje para dar una conferencia y tener un encuentro con Franco para comentarle la posibilidad de rodar una película sobre Cristóbal Colón. La verdad era que el actor trabajaba para en gobierno británico como agente. Recordemos que estaban en plena II Guerra Mundial. Como el británico conocía las buenas relaciones de Conchita con el gobierno franquista, le pidió su ayuda para conseguir audiencia con el dictador.

La actriz ayudó a su ex amante, quien tenía la misión de convencer a Franco para que continuase manteniéndose neutral en el terrible conflicto bélico. No sabemos si fue por la visita del actor, pero el caudillo no tomó parte activa en la guerra. Mi opinión particular es que mantuvo su neutralidad porque no consiguió que Hitler, en el mítico encuentro en Hendaya, le prometiese los diferentes territorios que el gallego le exigía a cambio de tomar partido.
Poco después del encuentro, Leslie cogió un avión privado rumbo a Londres. El aéreo nunca llegó a su destino. Fue bombardeado por aviones alemanes y cayó hecho pedazos frente a la costa de Cedeira. Aquello destrozó emocionalmente a la Montenegro, quien después del suceso no quiso volver a saber nada del mundo del cine. Se casó con Giménez-Arnau y se apartó de los focos del espectáculo. Desde ese momento rompió con el mundo de celuloide y no concedió nunca más una entrevista. En los años 90 se la quiso homenajear y declinó la oferta. Hizo como si nunca hubiera existido su carrera ni su amor por Leslie Howard.
Conchita Montenegro, murió en el 2007 a los noventa y seis años. Como ocurre con todo lo nuestro, su nombre y hallazgos hollywoodienses están cayendo en el olvido. Afortunadamente, existen libros donde se profundiza en la figura de la actriz tales como : “Mi pecado”, de Javier Moro o “Mientras tú no estabas” de Carmen Ro. Es cierto que Conchita quiso caer en el olvido, como apunta en alguna entrevista Javier Moro, pero eso no significa que nosotros tengamos que hacerle caso. La carrera de Montenegro es espléndida, y es una pena que esté condenada a desaparecer.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
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