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Reportajes y artículos

“Bird Box Barcelona”: La tendencia a franquiciar las buenas ideas.

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En 2018 llegaba a Netflix Bird Box (A ciegas), una película dirigida por Susanne Bier que a muchos nos sorprendió positivamente. Partía de una novela con el mismo nombre de Josh Malerman y del guión de Eric Heisserer (responsable de redactar, también, el de una obra cumbre de la ciencia ficción de este siglo: Arrival, de 2016) La premisa nos instalaba en un escenario que se podría encuadrar en lo post-apocalíptico y nos presentaba a una mujer, Malorie (una fantástica Sandra Bullock) que se ve empujada a huir con dos niños y a protegerlos del nuevo mal que acucia el mundo. En este caso, la amenaza que vertebra la trama es del todo indefinida, se nos cuenta que se trata de ‘algo’ que, solo con mirarlo, empuja a la gente que lo ve hacia el suicidio. Las víctimas, una vez lo han visto, asumen y buscan una muerte inevitable y tratan de obtenerla por encima de todo y de todos. Con ese horror invisible acechando en cualquier parte, los protagonistas deben privarse del sentido de la vista y vagar así, a ciegas, por el terrorífico mundo que los rodea. Podríamos pensar rápidamente en precedentes de este tipo: apocalipsis zombis, extraterrestres invasores, etc. Sin embargo, el gran acierto de esta película es la indeterminación, es decir, es mucho más valiosa por lo que no muestra que por lo que enseña. Como ocurría en la también magnífica obra de terror Un lugar tranquilo (2018), la eliminación de un sentido primordial para la supervivencia (en aquel caso era el habla) consigue atrapar al espectador en una atmósfera claustrofóbica que rema siempre a favor de la trama.

Bird Box (2018)

Este pasado 14 de julio, los hermanos Álex y David Pastor estrenaban Bird Box Barcelona, una historia, con Mario Casas al frente, que sitúa el universo de la película de 2018 en Barcelona y agrega nuevas tramas y personajes. Los hermanos Pastor son, sin duda alguna, los directores que esta secuela pedía, su película de 2013, Los últimos días, transitaba más o menos los mismos ambientes que Bird Box y Hogar (2020), es un thriller de alto nivel que tanto Mario Casas como Javier Gutiérrez saben llevar al terreno de lo inquietante. En esta nueva película los directores han sabido aprovechar la producción de Netflix, pues la cinta destaca a nivel técnico (los efectos especiales, los escenarios, recursos de iluminación…). Por otro lado, la mayoría de las críticas negativas giran en torno a su naturaleza de secuela, es decir, a la falta de originalidad o en el afán de estirar el éxito de una idea original anterior. “The Hollywood Reporter” la ha calificado así: «como obra de género, es genérica». Otro de los factores que juegan en contra de la cinta es la sobrexplicación: si antes alabábamos el misterio de la original Bird Box por no mostrarlo todo, en cuanto a esta hay que apuntar que la intención de ampliar la información sobre el elemento fantástico mata, en cierta medida, el interés por el mismo.

Es en este punto donde entra el debate. Es verdad que podríamos, simplemente, disfrutar (o no) de ella sin reparar en nada más. Pero este tipo de producciones nos pueden también hacer reflexionar sobre qué es lo que consumimos y sobre su valor. ¿Cuándo responde un producto a una intención genuina de proponer algo original?, ¿cuándo estamos, simplemente, ante una compañía que intenta lucrarse de éxitos pasados con propuestas precocinadas?, ¿importa acaso?, ¿tiene la originalidad tanta importancia realmente? Quizá estemos en un punto medio, quizá es demasiada reflexión y solo busquemos desconectar durante un par de horas con una película de género. En cada quien está la decisión pero nunca está de más interrogarnos sobre nuestros hábitos de consumo.

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