
Soy leyenda...
Asimov: cronista del futuro
Aunque nació en la Unión Soviética de 1920, fue llevado por sus padres a Estados Unidos, todavía sin saber leer ni escribir. El ortodoxo espíritu eslavo lo perseguiría, sin embargo, en más de una forma. Tal vez la más elegante sobrevino cuando, ya en el Olimpo, un crítico lo nombró “El Tolstói de la Ciencia Ficción”. Se llama Isaac Asímov, incluso ahora que ha muerto, pues su obra se insinúa como una de las más perdurables de cualquiera de los géneros de la literatura. Científico de verdad, doctorado en bioquímica, fue investigador y mantuvo una cátedra universitaria, hasta que la escritura acabó por dominarlo. A partir de entonces sólo le restaba un camino: convertirse en uno de los tres monstruos de toda la historia de eso que, hace aún menos de un siglo, conocemos como science fiction, ficción científica, o ciencia ficción.

¿APÓSTOLES O PROFETAS?
Es ya un lugar común aceptar que la ciencia ficción como género declarado se apoya en tres pilares difícilmente superables: Arthur Clark, Robert Heinlein y Isaac Asimov. Eso sin olvidar algunos precedentes tan notorios como Mary Shelley, Jack London o Mark Twain. El gran Asímov, de origen judío, publicó su primer relato en 1939. Redactó desde entonces varios centenares de libros, prólogos, artículos, y terminó dirigiendo su propia revista.
Con paciencia, con sagacidad y, en no pocas ocasiones, con una elegante altanería, insistió en la función ética de la ciencia ficción. Predecir el futuro era, en su opinión, un atributo secundario del género. Más importante le pareció siempre aventurar un análisis de las reacciones de los seres humanos a los cambios en la ciencia y la tecnología. Entre sus obras más asombrosas destaca la Guía Asimov para la Biblia, publicada en dos volúmenes, que comentaban el Antiguo y el Nuevo Testamentos. La Guía… explica, mediante mapas y notas biográficas, cada uno de los libros de la Biblia.

LA VERDAD ¿SÓLO EN LOS LIBROS?
Muerto en 1992, el irrepetible Isaac Asimov alcanzó a ver el salto de la ciencia ficción de los libros a la televisión y, sobre todo, al cine. Con una actitud que él mismo se negaba a calificar de conservadora, sostuvo que, con escasísimas excepciones, Hollywood sometía al género a una humillante simplificación. La forma de evaluar las películas de ciencia ficción —ironizó una vez— consiste en contar las naves espaciales que son hechas estallar en sus interminables batallas. De tal manera, la ciencia ficción lucrativa está en el cine, mientras que la seria continúa en los libros. La afirmación parece esquemática, puntualiza Isaac Asímov, pero, desgraciadamente, hay muy pocos argumentos capaces de contradecirla.
Quienes, más bien de un modo mediocre le hemos sobrevivido, podríamos citarle desde la vida algunos ejemplos de buen cine de ciencia ficción. Hay en particular dos que él, teniendo ojos para ver, no vio. Digamos, 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick (1968) y Solaris, de su compatriota Andréi Tarkovsky (1972). Tal vez el hecho de que dos de los grandes hitos del género se hayan producido en el brevísimo plazo de 4 años se explique con el deseo de demostrar al sabio Asimov que generalizar no es de sabios.
Narrador, poeta, periodista, editor, lector, amante del cine y de la fotografía (que no es lo mismo, pero es igual). Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
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