
Reportajes y artículos
Características de un buen maestro
Me dirijo directamente a ustedes, lectores. Os quiero informar de qué estrategias resultan infalibles para que todo docente sea capaz de transmitir unos conocimientos sin resultar un estorbo para los estudiantes. En primer lugar, es necesario armarse de valor para hablar en público. Esta cualidad se debe poseer y, por supuesto, perfeccionar con el paso de los años. Las explicaciones jamás deben carecer de coherencia, todo debe estar íntimamente relacionado. Para ello, es fundamental proyectar de forma correcta el tono de voz. No somos robots, tampoco loros parlanchines. Con esto, quiero decir que la excesiva repetición puede resultar cargante para el estudiante; no obstante, si se emplean adecuadamente los conceptos quedarán impregnados en la memoria para el resto de los días.
En segundo lugar, la paciencia es otro aspecto que no debemos abandonar. Partimos de que la sociedad nos ha elegido como un ejemplo a seguir, por lo tanto, debemos cuidar nuestro vocabulario, evitar los gestos despectivos, no menospreciar a los estudiantes que tienen mayores dificultades de aprendizaje, entre otras cosas. Si continuamos con nuestro camino, nos encontramos con la empatía, atribuyéndole a esta un sentido primordial dentro del terreno educativo. En todo momento, debemos vernos reflejados en los estudiantes, pues no estamos tan alejados de ellos. Hace tan solo unos años, nosotros también hemos sido educados en un aula, aunque parece ser que el tiempo pasa muy rápido, ¿verdad?
Nuestra mente recuerda y a la vez olvida. Por desgracia, las máquinas del tiempo no existen, quizá en un futuro próximo. Llegados a este punto, estoy seguro de que todos vosotros estáis deseando regresar al pasado para recordar alguna diablura o desfachatez que habéis realizado dentro del centro escolar. No tan rápido, debo proseguir con mi explicación. Sé que nadie es perfecto, pero si actuamos cordialmente, y a esto le añadimos unas competencias cargadas de una buena dosis de seguridad, será más sencillo conseguir los objetivos que estaban reflejados en el mes de septiembre o por allá.
¿Cuál es mi propósito? No lo sé, posiblemente sea captar vuestra atención. Todos los profesionales debemos remar en la misma dirección. Recordad, si uno se despista, la barca puede ir a la deriva sin remedio alguno. Por otro lado, no penséis que me he olvidado de vosotros, alumnado. Jamás lo haré. Tengo otro mensaje para vosotros y espero que no lo rechacéis porque os va a resultar especialmente útil.
Mantened la comunicación con el resto de compañeros, ayudad a los demás a mejorar sus prestaciones. Y, por último, no vengáis a clase pensando en un maldito examen, no os dejéis intimidar por un simple papel, que puede ser mojado. Si cumplís con vuestro deber, nosotros haremos el resto. Siempre cuesta decir adiós a la monotonía; sin embargo, con unas destrezas óptimas vamos por el lugar indicado.

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