
Reportajes y artículos
¿Cultura, educación o mera diversión? Parte I
Desde hace años venimos oyendo que cada vez consumimos menos cultura, que la crisis está haciendo mella en ella, pero no nos planteamos en cierta forma que es lo que buscamos cuando salimos, a un cine, un teatro, un concierto, una exposición o cualquier tema cultural.
Mi asistencia a eventos mayoritariamente es cinéfilo y musical, y por ello me centraré en ellos, aunque el teatro, danza y otros eventos culturales también son reclamo para mí, por supuesto, pero con menos frecuencia, y de hecho me gustaría hacerlo más. Propósito de enmienda de ahora en adelante.
La primera pregunta sería que hacemos ¿consumimos o disfrutamos de cada evento? ¿Qué se busca el fondo, la forma o el desfogue? La rapidez de la sociedad hace en muchas ocasiones que los actos que se realicen sean meramente para salir de la rutina, huir del estrés y no querer pensar, y para ello ¿qué elegimos una película de autor, o una comedia pura y dura donde todo está mascado, sin desmerecer el trabajo por supuesto?, o ¿un concierto donde bailar hasta perder el control, pero sin reparar en la letra, los instrumentos y la calidad del sonido, por ejemplo?
Puede que incluso que entre ambos extremos podremos encontrar un cierto equilibro, pero para ello a menudo hay que buscar y no lanzarnos a lo primero que tengamos en cartelera, o plataforma, o el primer concierto masivo, porque sea en la ya reconocida sala que parece que pueda ser un acierto seguro porque nos vale un pastizal.
¿Cultura, educación o mera diversión?

Antiguamente, las salas se llenaban y eran grandes, que pasaba que el número de estrenos era infinitamente menor, las películas duraban en cartelera meses, no existía internet por lo que no teníamos acceso a descargar ni visualizar en casa nada de nada, por ello, nuestro recurso eran las salas o el ya mítico y olvidado, videoclub (hoy en día directamente nos deshacemos de las cintas VHS o CD que tengamos grabados, hablo en general, porque no es mi caso).
Cuando hay un estreno destacado, las webs, periódicos y redes se llenan de comentarios, de énfasis en resaltar lo excelente de fulanito de tal y o menganito de cuál, o lo horroroso de lo mismo. Al final, tanto las aportaciones negativas como positivas no dejan de ser una publicidad y un reclamo para el público, es habla de mí, aunque sea mal. Pero ¿qué pasa con esos pequeños títulos, joyas, que no tienen tanto dinero para realizar el trabajo, hacer una promoción y conseguir una distribuidora? Que pasan sin pena ni gloria por cartelera e incluso por plataformas, ¿se habla de ellas? Sí, pero mucho menos.
Pero al final compensa mucho más, porque de ese pequeño gran trabajo han hablado cuatro y leído bastante, porque se busca información, por más que pensemos que solo Hollywood tiene tirón, y de las superproducciones hablan cincuenta mil, y el público ya va a tiro hecho a por hecho, por qué ¿dónde va Vicente?, donde va la gente. Frases tan fáciles como esas películas que se estrenan a bombo y platillo y que de fondo tienen el puro entretenimiento y parte de crítica, no lo dudo, pero nunca el calado cinéfilo de títulos que pasan sin pena ni gloria.
¿Cómo elegimos el evento cultural del que vamos a disfrutar, o tenemos que decir consumir?

Todo esto pensando en el público adulto, pero hay un hecho mucho más fallido en la sociedad, y es no inculcar la cultura en la infancia, y esto va desde las propias casas hasta los estamentos educativos, que olvidan que la cultura es una forma de educar mucho más didáctica que algunas asignaturas que son notas para hoy y olvido para el mañana.
Con la música pasa lo mismo, cifras y más cifras parecen dar valor a la calidad, y no vemos que solo es cantidad, porque el talento está en cada trabajo, en cada composición y en cada satisfacción que uno se lleve después de ver un concierto en directo, una magia de la comunicación no verbal pero sí cantada, entre público y artista. Los macroconciertos y los grandes festivales se llenan casi siempre de los mismos grupos y artistas, pero, ¿qué pasa con aquellos cantantes que luchan pico y pala por sacar adelante sus trabajos y sus directos? Que tienen que sobrevivir con otro trabajo, como pasa al ochenta por ciento o más de los actores, que no es su pasión, pero sí su sustento.

Todo lo expuesto es una mera opinión
Para mí la cultura es algo más que diversión, es un eje donde se centra el compartir, el debatir, el disfrutar y el enriquecerse y aprender de lo visto y escuchado, salir de un evento tanto con una sonrisa como con una lágrima en la cara, es sentir el deseo de volver a vivir esa experiencia, repetir y repetir, pero siempre con el fondo como forma, y la forma como fondo, un equilibrio necesario para que el arte sea algo más, mucho más que un mero pasatiempo. La cultura siempre es vivir otras vidas, y ver la nuestra desde aristas distintas y buscar los matices que nos ayuden a cambiar en la medida de lo posible. Ojo que nunca despreciaré un momento de diversión para desestresar, pero siempre en su justa medida, nunca como el eje principal de la cultura. Siempre la cultura como educación más allá de la diversión.
Este primer artículo, al respecto, es una mera opinión, una sensación que, con el tiempo, quizá por la edad, voy sintiendo y qué decir que nada halagüeño. Más adelante intentaré dar mi punto de vista sobre los datos de asistencia, precios, festivales y más, al respecto de, temas culturales.


Juntaletras por afición, de cualquier disciplina artística, pero aseguro que pongo todo el alma en ello.
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