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Soy leyenda...

El nombre de Sean Connery

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El 25 de agosto de 1930 nació Sean Connery, quien sin proponerse reformar el cine de entretenimiento ―más bien adaptándose a los requisitos de tough guy― fue un gran actor. Era lo que se dice un escocés en toda la regla: patriota y nacionalista, un hombre temerario y además soñador. El rey de los papeles de reparto y la encarnación de un mito de la cultura pop británica: James Bond, el Agente 007. Un protagonista de carácter y un viejo zorro que comulga con el adagio de que no hay papeles pequeños si se asimilan con talento.

Una biografía espectacular la suya. Una trayectoria ascendente, de repartidor de leche a camionero, peón de granja, modelo y miembro destacado del Star System, donde empezó a probar suerte después de los 30 años. Connery es James Bond, se dice con orgullo y con razón. Y ciertamente, le traspasó tanto de su personalidad al célebre superhéroe de los servicios de inteligencia británicos, que quienes lo interpretaron después debieron lidiar con su fantasma.

MATÓN REFINADO DE LA GUERRA FRÍA

Hagamos memoria: James Bond es un agente encubierto con licencia para matar creado por el narrador y periodista Ian Fleming en 1953. Fueron en total 12 novelas, pero la saga siguió creciendo tras la muerte de Fleming, de manos de otros autores. Un raro caso de emancipación de un personaje que sobrevive a su creador. Pues bien, a pesar de la decena de intérpretes que han tenido las versiones cinematográficas del Agente 007, Sean Connery sigue siendo recordado como el más capaz y carismático.  Dicen que se negó a seguir siendo James Bond, porque se sentía encarcelado en la espectacularidad.  Buscó otros personajes más humanos, menos condicionados por los presupuestos de la Guerra Fría.

En 1986 apareció como el fraile franciscano Guillermo de Baskerville en la espectacular adaptación de la novela de Umberto Eco El nombre de la rosa, realizada por Jean-Jacques Annaud. Connery se adjudicó un premio BAFTA por su majestuoso desempeño. Un año después hizo de Jim Malone, un viejo policía, en Los intocables, de Brian De Palma y conquistó el único Oscar de su carrera, al mejor papel secundario, además de un Globo de Oro y otra nominación a los BAFTA. Dos películas donde, cercano a los sesenta años, desplegaba carácter y talento; una madurez fecunda que resultó la cumbre de su éxito.

YA EL BIEN ESTABA HECHO

Con una filmografía que ronda los ochenta papeles, Sean Connery dejó el cine en 2011, desmotivado y padeciendo del corazón. Se le reprochan algunas incongruencias, lo que era de esperar en una vida extensa y de larga exposición ciudadana.  Se le ha llamado machista, no sin razón, pues alguna vez tuvo palabras de agravio hacia las mujeres. Habiéndose declarado partidario de la independencia de Escocia, aceptó la condición de Caballero y el tratamiento distintivo de Sir, de parte del gobierno británico. Errare humanum est, dirían algunos, para que otros acotaran que a estas alturas del guion ya no son tolerables los blanqueamientos.  Connery murió el 30 de octubre de 2020. Fue un gran actor, qué duda cabe.

Narrador, poeta, periodista, editor, lector, amante del cine y de la fotografía (que no es lo mismo, pero es igual). Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.

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