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Reportajes y artículos

Los inexplicables sucesos de la calle Embajadores

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A principio de los años noventa, una familia decidió mudarse a un apartamento de la calle Embajadores de Madrid. No era demasiado grande, de unos ochenta metros cuadrados, pero les pareció suficiente para albergar a los padres y dos hijos, uno de ellos casado y con un bebé. Además, tenían un perrito que era el mimado de la casa junto al niño.

Los comienzos siempre suelen son emocionantes, así que entre todos fueron acondicionando la casa con mucha ilusión. Poco a poco se fue convirtiendo en un lugar acogedor para toda la familia. La vida transcurría con normalidad, con sus momentos buenos y regulares. Eran demasiados en la vivienda, y no resultaba extraño que de vez en cuando pudiese haber alguna pequeña discursión. Nada que no se pudiese solucionar fácilmente.

Un día, creyeron que sería divertido utilizar el ouija como divertimento. Crearon la atmósfera adecuada y comenzaron a preguntar si había por allí algún espíritu dispuesto a hablar con ellos. Entre risas ahogadas, bromas y suspiros de agobio de los más miedosos, pasaron parte del tiempo mientras sus manos se movían dirigiendo un pequeño vaso por el tablero. De repente, un estruendo les dejó sin respiración. Según relataron a la escritora e investigadora Clara Tahoces, cuando recavaba información para su libro “El gran libro de las casas encantadas”, un tablón que tenían apoyado en la puerta voló hacia el suelo como si alguien lo hubiese arrojado.

Calle Embajadores, Ouija.

Aquello significó un antes y un después. Comenzó la pesadilla. Desde que realizaron el ouija, no hubo día en el que no escucharan susurros y voces extrañas cuando alguno de ellos estaba solo en la casa o mientras dormían. Lo más peligroso de todo fue que el gas se abría, supuestamente solo, en mitad de la madrugada. También llegaron a asegurar que los electrodomésticos funcionaban desenchufados y que ciertos objetos salían volando por el apartamento cuando menos los esperaban.

Como es lógico, el terror se apoderó incluso del perrito de la familia, el cual, se quedaba mirando a un punto fijo o comenzaba a ladrar como si hubiera entrado un intruso en la casa, siempre según el relato de la familia. El pánico de apoderó de tal manera de ellos que decidieron dormir todos juntos en una habitación para sentirse más protegidos. La situación fue empeorando. De repente, bajaba la temperatura sin explicación o pasaba alguna sombra de una habitación a otra. Ya no podían vivir allí.

Calle Embajadores, Ouija.

Buscaron ayuda en programas de radio, y también en personajes de la época que trataban esta temática como Germán de Argumosa. Aquello solo sirvió para que todo el mundo conociese su historia y nadie les comprase el apartamento cuando decidieron venderlo. No les quedó más remedio que habituarse cuanto les sucedía y continuar viviendo en Embajadores. A día de hoy, no sé con certeza si alguno de los hijos continúa allí.

Cuando Clara Tahoces investigó el caso, lo consultó con otros investigadores de los paranormal. Se llegó a la conclusión de que, posiblemente, uno de los hijos desató aquellos fenómenos de manera inconsciente. Parece ser que, el entonces muchacho, había vivido una experiencia traumática en su niñez que despertó el ouija. Es probable que después se desarrollase una sugestión colectiva entre todos los familiares, la cual les llevase a oler, ver y oír cosas que en realidad no estaban sucediendo.

El ouija no es un juego

La mayoría de nosotros, en la adolescencia o juventud nos ha parecido una idea muy excitante usar el ouija. Normalmente no sucede nada, pero en ocasiones, el miedo y la sugestión nos puede arrastrar a situaciones muy peligrosas. La mente humana posee un gran poder que en su mayor parte es aún desconocido. El máster del tablero lo movemos nosotros, ya sea de manera consciente o inconsciente. Unos dicen que es una energía desconocida la que nos empuja a realizar dichos movimientos, otros tienen claro que todo es de procedencia más que humana.

Personalmente, de entre todos los instrumentos que existen para intentar comunicarse con el más allá, me parece el menos fiable y más fácil de viciar por los participantes. Aunque no quieras, tu mente siempre te va a llevar a buscar respuestas coherentes. Si crees que estás hablando con un el espíritu de un ser querido, conoces todas las respuestas de cuantas preguntas les puedas formular, así que, es complicado saber si es una energía desconocida o tus ganas de volver a hablar con esa persona.

De todas maneras, por si las moscas y los fantasmas, siempre es aconsejable no realizar estas prácticas sin haberte informado muy bien antes o hacerlo con alguien que lo domine. Y sobre todo, si eres muy impresionable, ni se te ocurra hacerte el valiente frente al tablero una noche de tormenta. Jugar con nuestra mente, miedos y emociones, siempre acaba muy mal.

Calle Embajadores, Ouija.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.

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