1



Psicológica_Mente

Antes de conocer la palabra “procrastinar”, tú ya lo hacías

By  | 
Mujeres en el sillón, procrastinando.

De niños lo hacíamos con cosas mucho más simples como, por ejemplo, ordenar nuestros juguetes. De adolescentes, el cole nos enseñó, entre otras cosas, a procrastinar, como cuando dejábamos la preparación de un examen para el último día, cuando nos habían avisado una semana atrás. Y ahora, de adultos, seguimos procrastinando, en mayor o en menor medida, pero es una práctica que nunca se abandona. No obstante, si bien lo ejercías, seguramente te has venido a enterar de que se llama “procrastinar” hace apenas algunos años. Las terapias, la psicología, la autoayuda y la ley de la atracción han puesto en el papel a esta palabra.

¿Qué es procrastinar?

A esta altura, o lo sabías de antes o te has enterado en el párrafo anterior. Sin embargo, para algún desprevenido, vamos a tomar el concepto que arroja el buscador de Google -que bien ha venido a reemplazar al viejo diccionario y a la RAE-, y es el siguiente: “aplazar una obligación o un trabajo”. Sí, lo sé, la empatía ha hecho su trabajo y te sientes profundamente identificado. Tranquilo, o tranquila, es normal. Solo que suena más terrible cuando nos enteramos de que tiene un nombre, de que miles de personas han estudiado el fenómeno y -lo que es peor- nos consolamos al advertir de que es un problema que tiene gran parte de la sociedad, por no decir que lo tenemos todos.

Niño no puede dejar de procrastinar con sus tareas.

No obstante, el objetivo de este artículo es que no te asustes al escuchar o leer la palabra “procrastinar”. En primer lugar, debemos aprender a pronunciarla, aunque, en realidad, antes aún deberíamos saber cómo se escribe. Es muy común escuchar “procastinar”. Pero, ¡cuidado! Corregir a quien la haya pronunciado mal nos pondrá en un escalón más arriba que el resto de los presentes, sobre este tema. Entonces todos sabrán que somos profesionales de la procrastinación. Mejor, corregirlo por lo bajo, luego, en privado.

En realidad, procrastinar no está tan mal

Debemos admitir que nos gusta procrastinar. Y es que, en cada momento -que seguramente has repasado en tu mente mientras vas leyendo este artículo- en el que hemos procrastinado a lo largo de nuestra vida, si hemos elegido aplazar la obligación, ha sido porque ese momento presente era más confortable para nosotros que esa propia obligación. Y eso lo justifica todo. Incluso, a esta altura del argumento podemos apelar al “carpe díem” -o “vive el presente”- y a esa filosofía de vida que dice que el presente es lo único que tenemos. Este último concepto anula cualquier refutación a nuestra elección de procrastinar.

En definitiva, ánimo. Procrastinar no está tan mal. Aunque, de más está aclarar, que no te pases de la raya. Si tu hijo te pide ir al baño y tú estás viendo una película muy cómodamente en el sillón, será mejor que no procrastines las necesidades del niño, porque ya sabes tú las consecuencias. Es decir, y para concluir, se puede procrastinar, pero siempre apuntalando la decisión con nuestro sentido común. Hay cosas que sí necesitan resolverse ahora, ya, en este momento. Pero la gran mayoría no. Las obligaciones y los problemas futuros están allá, en el futuro. Cuando lleguen serán presente, y entonces habrá que resolverlas. Mientras eso ocurre, bienvenido sea procrastinar.

Licenciado en Comunicación Social. Redactor. Contador de historias. Yo pongo el significante, tú el significado.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.