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Psicológica_Mente

¿Existen los vampiros emocionales?

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No sabemos si los vampiros, tal cual los describió Bram Stoker, existen o no. Ya sabéis, criaturas de la noche con colmillos cuán estiletes dispuestos a hacernos una avería en la yugular. De lo que sí tenemos constancia es de la existencia de otro tipo de chupóptero: los vampiros emocionales. Estos, suelen estar pululando a nuestro alrededor, dispuestos a dejarnos sin energía en cuanto vean el momento propicio.

¿Qué es exactamente un vampiro emocional?

Son aquellos que se aprovechan de la buena fe y bondad de los demás para subsistir. Se caracterizan por ser posesivos, absorbentes y egoístas. Principalmente, suelen buscar dos cosas: menospreciarte constantemente para sentirse superiores y hacerse la víctima para acaparar toda tu atención.

Un vampiro emocional elige con maestría a su víctima, le exprime todo el jugo posible, y la abandona. Buscan atención las 24 horas del día, sin descanso. Alimentarse de las buenas vibraciones ajenas es su objetivo diario. Los psicópatas, narcisistas, y aquellos que padece una personalidad límite practican este tipo de vampirismo con mayor asiduidad. Aunque también son buenos candidatos a convertirse en “draculines” quienes sufran cualquier tipo de estrés postraumático.

La historia de Lola y Silvia

Te voy a contar una historia. Lola estaba en una academia aprendiendo francés cuando conoció a Silvia. Ambas se hicieron amigas porque eran las únicas de la clase con edades similares. Comenzaron a estudiar juntas, y también a salir de vez en cuando a tomar un café. En un principio, Lola se sentía a gusto y halagada por conseguir que Silvia confiase tanto en ella en tan poco tiempo. Sin embargo, pasadas unas semanas, Lola comenzó a sentirse muy cansada e incluso agobiada. De pronto, el pesimismo se había apoderado de ella de manera inexplicable. La protagonista de nuestra historia, decidió contarle a su hermano cómo se estaba notando últimamente y entre los dos consiguieron atar cabos.

Cada vez que veía o hablaba por teléfono con Silvia, el cansancio y pesimismo aparecía. Las conversaciones con su amiga solían versar sobre ella y sus preocupaciones. Lola se sabía al dedillo todos los problemas de Silvia. Problemas que repetía constantemente sin dar opción a que Lola pudiese ayudarle a encontrar una solución. Realmente, Silvia ocupaba gran parte del tiempo de su amiga. Tras las clases de francés, solía llamarla unas cinco veces al día y le llenaba el whatsapp de mensajes. Llegó un momento en el que Lola se sentía aterrorizada cada vez que sonaba el móvil y decidió silenciarlo. Por culpa de ello, perdió llamadas importantes.

Además, cuando deseaba desahogarse con Silvia esta le rechazaba. En unas ocasiones miraba hacia otra parte mientras le hablaba, en otras le cambiaba de tema para volver a hablar de sí misma, y si se comunicaban mediante un mensaje de texto le cortaba rápidamente arguyendo que estaba muy ocupada.

El hermano de Lola, Juan, fue muy tajante cuando ella le contó la situación. Debía cortar con aquella amistad antes de que el cansancio mental se convirtiese en depresión. Para Lola no resultaba nada fácil hacerlo, odiaba que los demás lo pasaran mal por su culpa, pero también sabía que no tenía otra opción. Su salud y bienestar estaban primero. Así que, decidió cambiar de academia y de número de teléfono. Se fue de la vida de Silvia sin dar explicaciones. Decidió actuar así, porque en alguna ocasión ya había intentado alejarse de ella y Silvia reaccionó chantajeándola emocionalmente de manera aún más dura.

Fue toda una liberación. En menos de quince días, Lola volvió a renacer. Retomó las clases de francés y ya no sentía angustia cada vez que el teléfono sonaba. Era la misma persona vital y positiva de siempre. Tras esta experiencia, aprendió a poner límites a los demás. Aprendió a protegerse de los vampiros emocionales.

¿Todos los vampiros emocionales son conscientes de lo que hacen?

La respuesta es no. Muchos, simplemente necesitan acaparar el tiempo y afecto de los demás tras haber sufrido algún tipo de experiencia muy negativa. No saben gestionar bien sus emociones, y lo único que se les ocurre es demandar constantemente afecto para sentirse protegidos. Otros, se relacionan de esta manera con los demás posiblemente siguiendo los patrones de conducta que vivieron con sus padres.

Este tipo de vampiros que no suelen ser conscientes de su comportamiento, son los que tienen más opciones de poder cambiar su conducta una vez que decidan ir a terapia. Algo inviable si tras un vampiro emocional se esconde un psicópata, el cual, será incapaz de reconocer que su comportamiento es inaceptable. Cuéntanos: ¿has sufrido alguna vez la presencia de uno de estos vampiros? ¿ O por el contrario tú eres uno de ellos?

Vampiros emocionales

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.

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