
Psicológica_Mente
¿Tienes actitudes agresivo-pasivas?
Un día más, nuestra psicóloga sanitaria de cabecera Stefany Estévez, nos ayuda a comprender mejor ciertos comportamientos humanos. Hoy, nos introducimos en el mundo de los agresivo-pasivos. Creo que todos conocemos a un amigo o familiar que en vez de decirte las cosas que quiere o piensa claramente, te lanza insinuaciones más o menos veladas. Los que tenemos cierta edad lo llamamos coloquiarmente “hacerse un Gila”. Ya sabéis: alguien aquí ha matado a alguieeeen… Bromas aparte, los comportamientos agresivo-pasivos pueden resultar bastante incómodos e incluso irritantes. ¿Por qué se producen este tipo de conductas? ¿Quienes reaccionan así lo hacen por maldad o simplemente no pueden evitarlo?
Stefany Estévez, nos despeja todas las dudas.
“Podemos considerar maltrato psicológico cualquier comportamiento que genere sentimientos de culpa, inferioridad, tristeza, desvalorización o menosprecio en otra u otras personas”
¿Ser agresivo-pasivo es un rasgo del carácter o el síntoma de algún trastorno?
Pues aquí tendríamos que diferenciar entre un comportamiento puntual, un rasgo de carácter o el Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad. En el primer caso, estaríamos hablando de alguien que no acostumbra a ser pasivo-agresivo pero que en alguna ocasión puede serlo, como quien no tiende a mentir normalmente, pero en determinadas circunstancias sí lo hace, por ejemplo.
En este caso, la persona que ha sido pasivo-agresiva ha expresado su malestar de forma velada, impidiendo que el problema de base se pueda hablar y solucionar, y generando dudas en su interlocutor. Luego, también puede ser que ese comportamiento no resulte tan puntual, pero si la tendencia a hacerlo no afecta a uno o más ámbitos de la vida del individuo hasta el punto de dañarlos, no estaríamos hablando de ningún trastorno.
En el caso de que sí los dañe, esa persona podría padecer Trastorno Pasivo-Agresivo de la Personalidad y necesitar tratamiento. Estos sujetos tienden a ser muy críticos, a quejarse de las personas con las que interactúan (ya sean familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo… de hecho, suele pasarles en diferentes ámbitos), no reconocen los errores y por ello responsabilizan a los demás de lo que sale mal. Se sienten menospreciados con facilidad, procrastinan mucho, tienden a sentir rencor, hacen mal sus tareas o las hacen a medias, suelen presentar rechazo a la autoridad, son irrespetuosos…
¿Las actitudes agresivo-pasivas son una forma de manipulación e incluso de maltrato hacia los demás?
Sí, es una forma de manipulación, e implica un trato negativo hacia otra persona en el sentido de que no se la está respetando, no se la está tratando con asertividad. Es un maltrato, solo que puede ser difícil de detectar precisamente porque, como el propio nombre indica, es una forma de agresión “pasiva”.
Si las actitudes pasivo-agresivas de menganito hacia otra persona, por ejemplo su pareja, son habituales, hablaríamos de que menganito ejerce una actitud concreta de maltrato hacia su pareja. De la misma manera que si menganito controla dónde está su pareja en cada momento, también diríamos que esa conducta es de maltrato. Podemos considerar maltrato psicológico cualquier comportamiento que genere sentimientos de culpa, inferioridad, tristeza, desvalorización o menosprecio en otra u otras personas.
Hay sujetos que manifiestan muchas conductas de maltrato, y otros que ejercen una o dos. En cualquier caso, ambos supuestos son graves, ya que cualquier agresión implica traspasar una línea roja, y ese individuo debería trabajárselo para aprender a relacionarse de otra manera.
“Para que pueda establecer vínculos sanos con los demás, necesita cambiar esa tendencia”
Las personas con estas actitudes ¿son conscientes de ellas?
Pueden serlo, pero en ocasiones también puede ser una conducta adquirida. El ejemplo de los adultos de referencia influye mucho en los menores de edad. Una persona que se haya criado en una casa donde sus miembros actuaran de forma pasivo-agresiva entre ellos, puede copiarlos pensando que es una forma lícita de relacionarse. Al final, es como todo: si tú creces en una casa donde hay gritos e insultos, es probable que cuando crezcas y discutas con alguien chilles e insultes.
¿Por qué vas a pensar en un principio que estás obrando mal? Para ti eso es lo lógico: la gente cuando se enfada eleva la voz e insulta, es lo que siempre has visto. Quien te diga lo contrario puede que te parezca un exagerado o un “sensiblón”. No lo reconoces como violencia verbal porque creciste sin que nadie te enseñara que lo era. Pues en el caso de un pasivo-agresivo puede haber una normalización similar: “no pasa nada, mucha gente lo hace, no exageres“.

No lo estoy justificando, porque al fin y al cabo es una conducta que crea malestar en los demás, pero a tu pregunta, pues sí, una persona pasivo-agresiva puede pensar que su actitud no tiene nada de malo. Claro que también es posible que sepan que están manipulando a los demás pero, o no le den importancia, o no les importe.
Te pondré un ejemplo: hace bastantes años tuve contacto virtual con una persona que tendía a ser pasivo- agresiva y usaba el chantaje emocional, por lo que deduje con el tiempo, de forma generalizada. Estaba pasando por un momento personal muy delicado y doloroso y yo intentaba tener paciencia porque pensaba que no se daba cuenta, que actuaba así motivado por su sufrimiento.
Hoy en día me respondería a mí misma que, aunque una persona esté sufriendo y aunque pueda no ser consciente de que sus conductas dejan que desear, si me hace sentir mal de forma reiterada es alguien a quien no debo tener en mi vida por salud mental, sobre todo si ya se lo he dicho y no ha habido ningún cambio.
Por entonces tenía 21 o 22 años y mucha menos consciencia que ahora sobre esto. El caso es que cuando yo le decía que debía cortar la comunicación para ir a hacer algo, mandaba emojis llorando o respondía que me quedara un rato más, anda, que estaba muy a gusto charlando conmigo y no quería sentirse solo si me iba. Como yo insistía en que debía irme, usaba frases pasivo-agresivas.
Un día, le hice saber directamente que eso me causaba malestar y su respuesta fue algo como: “jajaja pero no te lo tomes tan en serio, lo hago porque así los demás no os marcháis a hacer lo que tengáis que hacer, sino que os quedáis conmigo“. Por supuesto, después de aquello el contacto entre nosotros duró poco, pero ¿esa persona sabía que hacía sentir mal a los demás cuando se comportaba así? Efectivamente. ¿Tenía consciencia de que estaba actuando mal, de que estaba manipulando? Pues ahí ya no estoy tan segura, porque de tenerla probablemente no me habría confesado sus intenciones tan alegremente. Es muy posible que le pareciera una especie de “truco” para mantener la atención de los demás, pero tal vez en su mente era una manera lícita de comportarse.
De cualquier modo, la incomodidad que genera en las demás la persona pasivo-agresiva sigue siendo la misma tanto si ese sujeto tiene plena consciencia de ello como si no. A veces, excusamos ciertas conductas problemáticas pensando que la otra persona se relaciona así porque no sabe hacerlo mejor, porque lo ha pasado muy mal en la vida o porque no se da cuenta de que hace sufrir comportándose así… pero es que aunque eso sea cierto el resultado es el mismo que si actuara, digamos, a mala fe: genera emociones desagradables entre sus allegados como culpa, disgusto, malestar, tristeza… y por tanto, para que pueda establecer vínculos sanos con los demás, necesita cambiar esa tendencia.
“La persona que tiene tendencia a ser pasivo-agresiva, se siente victimizada de manera frecuente y no sabe verbalizarlo asertivamente ni gestionar su rabia o decepción”
¿El agresivo-pasivo en realidad se siente una víctima?
Sí, la mayoría de veces sí. En general, son personas que no tienen entrenadas sus habilidades para expresar su malestar de manera sincera, empática y asertiva. Puede que presenten miedo del conflicto, por inseguridades, baja autoestima… entonces su manera de comunicar: “me siento triste o atacado por esto o lo otro” es usar frases y conductas pasivo-agresivas, que lejos de solucionar el problema, provocan que se agrave.
Te digo que todo está bien, pero luego cuando nos vemos hago cosas que sé que te van a molestar o contesto secamente, y si me preguntas qué pasa, vuelvo a decir que todo bien y que no pasa nada. Me quejo de tu comportamiento entre bromas, y cuando tú adviertes la crítica velada te respondo que solo era una broma, que no seas tan sensible. Si me pides que haga algo que no quiero hacer te digo que sí pero luego lo hago mal o no lo hago para que no me lo vuelvas a pedir o porque considero injusto que lo hayas hecho y es mi forma de devolvértela…
En fin, en estos ejemplos, todo el rato hay un malestar hacia ti que yo no estoy expresando directamente, y si me siento a disgusto por algo que has dicho o hecho, es porque pienso que tu conducta no ha sido la más adecuada. Lo que pasa con la persona que tiene tendencia a ser pasivo-agresiva es que normalmente se siente victimizada de manera frecuente y no sabe verbalizarlo asertivamente ni gestionar su rabia o decepción. Necesita trabajarse esa parte de su personalidad.
¿Existe tratamiento para dejar de tener estos comportamientos?
Sí, se puede hacer con una terapia. En este caso iría enfocada a identificar las conductas pasivo-agresivas y modificarlas hacia una forma funcional de relacionarse. También sería buena idea trabajar en la autoestima del paciente, su falta de confianza y la asertividad. Vivimos en una sociedad en la que, hasta no hace tanto tiempo, conceptos como “querer bien a alguien”, “violencia verbal” o “maltrato psicológico” no se tenían en cuenta o directamente se desconocían.
Muchos comportamientos que hoy en día llamaríamos coloquialmente “conductas tóxicas”, se consideraban muestras de amor, o si se les quitaba importancia. Eso podemos verlo en películas o series de hace tan solo una década y media, por ejemplo. Entre las parejas protagonistas de esas historias había celos, insultos, amenazas, menosprecios… incluso a veces violencia física, y no pasaba nada. El típico arquetipo de “chico malote” al que la vida ha tratado muy mal y que es celoso, desagradable y agresivo con todos, especialmente con su novia, pero que aunque la trate mal a ratos también la cuida y la mima otras veces, era un cliché entre productos de consumo adolescente, y todavía hay alguno así en el presente.
Al final, no deja de ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos: esos arquetipos estaban y están ahí porque durante muchos años se han considerado válidos o atractivos. No es tan raro, por tanto, que a día de hoy haya personas que manifiesten formas de relacionarse dañinas, agresivas y disruptivas pensando que eso es lo normal, o que no hay para tanto. Pero si ese sujeto se da cuenta de ello, ya tiene un 25% del camino hecho, y si decide que quiere modificar sus patrones relacionales, el 50%. A lo mejor puede hacerlo solo o a lo mejor necesita ayuda de un profesional, pero poder cambiarlos, se puede. Eso sí, como digo, hay que querer.

Susana Alba Montalbano - Escritora y articulista en psicologodecabecera.com. Amo el arte, los artistas y que me leas tú.
0 comments